En este apartado intentaremos transmitiros aquellos artículos de interés que lleguen a nuestras manos, relacionados con el mundo de la música, con el único objeto de ser un portal abierto a todo lo que pueda interesar a un músico o a un amante de la música.
Hoy os traemos un artículo que creemos que es realmente interesante, dado que la mayoría de los guitarristas y bajistas que utilizan amplificadores desconocen que el botón de StandBy en los
amplificadores no sólo NO sirve para proteger las válvulas, sino que incluso puede dañarlas. Es más útil bajar el volumen.
Para ello contactamos con Jason Wilding, de Wampler Pedals, al cual agradecemos que nos
concediera el permiso para traducir su extenso artículo sobre el botón de StandBy. Es un artículo muy completo, que Guitarbend ha traducido en exclusiva, y que aquí os dejamos.
Hace un par de semanas alguien me hizo unas preguntas en el grupo que tiene Wampler Pedals en facebook:
Me quedé sentado y pensativo un buen rato y todo lo que pensaba en ese momento era: "No creo haya sido informado correctamente acerca del uso real de la palanca ó botón de standby, acabo
de encender el amplificador y un minuto después desconecto el standby y ya está listo para rockear y, cuando paro de tocar, vuelvo a conectar el standby". Este tiempo puede ser unos
minutos, entre las paradas de un concierto, o de varias horas e incluso durante todo el día cuando estoy en casa. Siempre pensé: "si el amplificador está en standby no hay problemas,
estará bien". El problema vino en que cuanto más pensaba acerca de esto, más me daba cuenta de que no me había informado bien acerca de ello en ningún sitio, simplemente lo hacía, igual
que llevaba años y años haciéndolo. No sabía si hacerlo era lo correcto, si estaba mal, si era ingénuo o cualquier otra cosa. Sólo miraba el interruptor de Standby de mi actual amplificador (un
Fender BDri) y que lo usaba de la misma manera que lo llevaba usando en todos los amplificadores valvulares que he tenido.
Utilizando las gloriosas redes sociales publiqué en mi muro de Facebook personal la pregunta acerca del botón de standby, su uso y cuál es la mejor manera de tratar con ellos. Etiqueté en la pregunta
a algunos constructores de amplificadores con bastante reputación y respondieron a la pregunta: "¿Puede alguien decirme por qué se pone en los amplificadores valvulares la palanca de
standby?". Quería que la pregunta fuera algo genérica, dejarla abierta, esperando oir la opinión de gente que trabaja en el negocio dado que, siendo sinceros, en 5 minutos buscando en
Google había obtenido tanta información contradictoria acerca de ello que estaba casi a punto de cambiar mi amplificador valvular por uno a transistores, ya que son mucho mejores -en este aspecto- y
menos propensos a quemarte la cara o quemar tu propia casa. Así que después de haber puesto la pregunta, me fui a hacer otras cosas y cuando volví no esperaba las respuestas que obtuve al respecto,
dado que parecía que el tema había dado bastante que hablar.
La respuesta simple a esta pregunta es que no hay una respuesta sencilla. ¡Y parece que el interruptor de standby se pone porque el cliente espera que un amplificador valvular lo tenga, más que por
otra cosa!. Esta es una selección de las respuestas más interesantes a mí pregunta sobre esto.
El primero en responder (tardó pocos segundos en hacerlo) fue Roland Lumby de The Amp
Clinic, del noroeste de Inglaterra. Roland es el hombre para todo del area de mantenimiento de amplificadores antiguos y modernos. El me dijo:
Debo admitir que esta respuesta me tiró un poco ya que no esperaba una respuesta tan desganada, básicamente como que ese interruptor no era realmente necesario, o al menos así lo entendí.
El siguiente en responder fue James Hamstead de Hamstead Ampworks:
La teoría de la intoxicación del cátodo fue nombrada un par de veces. Debo admitir que esto tenía sentido, suena lógico pero no tengo ninguna lógica científica para apoyar esta manera de pensar.
Así que después de leer esto ¿debería pensar que quizá el standby pudiera dañar mi amplificador en vez de ayudar a protegerlo?
Luego contestó Mike Fortin de Fortin Amps y diseñador de los amplificadores signature de
Ola Englund, Scott Ian y Kirk Hammet. Así que ya sabemos de sobra que él entiende de estructuras de ganancia y amplificadores de válvulas. Puso un
link pero básicamente os resumiré lo que decía:
Esta teoría fue apoyado también por Jamie Simpson de Booya Amplifiers. Así que
obviamente, las válvulas tienen una cantidad de "jugo" cuando están funcionando a plena potencia, la misma que quieres restringir a un flujo o nivel seguro cuando haga falta, así que ahí es donde
aparece el botón de standby: para proteger la salud y la seguridad de la gente que trabaja con los amplificadores en vez de para su funcionamiento normal. El artículo incluso va más lejos afirmando
que la mejor manera de lidiar con el botón de standby es "hacerle bypass internamente al standby para que no haga nada".
Después de esta respuesta las siguientes empezaron a ser más específicas y tontas (es Facebook después de todo), sin embargo se llegaron a puntos bastante interesantes.
Hubo también preguntas también acerca de desconectar los altavoces (pantallas) en el modo standby.
Esto realmente me llamó mucho la atención:
En lo que respecta al stripping del cátodo (Cathode Stripping), Roland hizo esta excelente puntualización:
Trace Davis, jefe de Voodoo Amplification entró con esta maravillosa visión:
Para apoyar esto, Roland dijo:
Así que como conclusión, podría resumir todos los comentarios de los fantásticos fabricantes de amplificadores y técnicos que han contribuido a este texto y lo haré en un lenguaje que todo el mundo
pueda entender.
El botón de standby de tu amplificador no es más que un vestigio de Fender, que cuando diseñó sus amplificadores estaba más atento a los vestigios de los primeros días de la reparación y la
electrónica. En cuanto a un usuario normal, el botón de standby es bastante inútil. Es justo ahí donde la mayoría de guitarristas creen que su amplificador sonará mejor después de unos minutos
encendido con el standby conectado y luego lo desconectan consiguiendo Cathode Stripping o intoxicación del cátodo, ¿quieres correr el riesgo? Pues yo no lo voy a hacer, y no voy a correr el riesgo
de ello mientras que mi amplificador no esté en uso dejándolo con el botón de standby conectado. Voy a apagarlo, y por favor no encendáis vuestro amplificador sin tener ningún altavoz conectado a él.
Y si quieres algo a tu ampificador debes de esperar unos minutos a que las válvulas se enfrien si tienes que moverlo después de haberlo usado. Y por supuesto deja las reparaciones a los
profesionales.
¿Quien dijo que las redes sociales sólo estaban llenas de gatos, política, gente con barba y fotos de gente comiendo?
Ya lo dice la canción de Sparks: “¿Cómo llego al Carnegie Hall? - Practica, hombre, practica”. No hay mejor forma de mejorar nuestra técnica guitarrera que, en fin, poniéndola en práctica, ya sea tocando canciones o focalizando un poco más el estudio con ejercicios prácticos enfocados a áreas concretas. Lo que viene siendo estudiar. Pero, ¿qué pasa cuando uno no tiene la guitarra cerca? ¿Es posible practicar sin tenerla entre las manos? ¿Acaso tiene sentido esta pregunta?
Curiosamente, sí, creemos que sí lo tiene. Y sí, también que la respuesta a las preguntas anteriores es también positiva. ¿Cómo es posible? Aquí van unos cuantos trucos o consejos para lograr eso que parece paradójico: practicar guitarra… sin guitarra.
Gimnasia de
dedos
Seguro que has visto alguno de esos aparatos que casi parecen sacados de un gimnasio o una
teletienda de madrugada. Diferentes casas los fabrican, y son prácticamente idénticos de una a otra: un artilugio que presenta varios mecanismos de muelles, uno por dedo, para que ofrezcan
resistencia al pulsarlos. De esa forma, uno puede, mientras ve la tele, viaja en transporte público, o ve una película en un avión ejercitar y fortalecer esa herramienta fundamental en esto de la
guitarra: los dedos, claro.
Porque, aunque a veces no lo parezca, tocar puede tener cierto componente gimnástico: bendings exigentes, notas alejadas, formas de acordes a lo Eric Johnson… Un poco de ejercicio puede ser muy útil, también, de cara a un concierto acústico, ya que las guitarras acústicas suelen ser bastante más exigentes a nivel físico con las manos de un guitarrista.
Coreografiando
riffs
Muchas veces, alguna figura se nos resiste a la guitarra y no acabamos de entender por qué.
Aunque la visualizamos correctamente o la entendemos sobre una partitura, los movimientos no acaban de estar automatizados. Y al tocarla, aparecen fallos, dedos que se mueven cuando no es su momento,
etc. la forma de combatir esto es, básicamente, practicar los movimientos despacio al principio, fijando esa coreografía digital, para subir la velocidad poco a poco. Pero, ¿podemos hacerlo sin
guitarra?
La respuesta es sí, se puede. Y es posible hacerlo sobre casi cualquier superficie. Basta con tener los movimientos memorizados y, precisamente, centrarse en ellos sin pensar en la música, solamente en qué dedo viene después de cuál. No es lo ideal, pero, a veces te sorprenderá comprobar que algún riff complicado consigue dominarse forzando de esta manera la memoria muscular que generalmente se desarrolla de forma inconsciente. Y lo mismo ocurre con las escalas.
Lecciones en
vídeo
He de confesar que, con alguna de las bandas de versiones en las que estoy involucrado, a veces
me resulta imposible sacar el tiempo necesario para practicar en casa las canciones que hay que montar luego en el local de ensayo. En más de una ocasión, no obstante, he descubierto que un buen
video-tutorial puede ser suficiente para asimilar un tema y no presentarse ante el grupo sin los deberes hechos. Se puede aprender mucho observando atentamente cómo toca otra persona. Aunque nunca
sustituirá a hacerlo uno mismo, no hay que subestimar la utilidad de pasar un rato, cuando no se puede agarrar la guitarra, estudiando vídeos de todos esos otros guitarristas altruistas que suben sus
“cómo tocar…” a canales como Youtube.
Estudiar
partituras
Aunque esto pueda sonar a otra época, en pleno siglo XXI tenemos unas cuantas herramientas que
han convertido el estudiar una partitura en algo más que mirar un papel y escuchar la música en tu cabeza (algo que, en cualquier caso, para muchos guitarristas no es tan sencillo). Hoy en día, las
partituras que ofrecen algunos programas de software suenan. Y puede ser tan práctico ir siguiéndolas mientras escuchamos la música como estudiar uno de esos vídeos de los que hablábamos en el punto
anterior. Igualmente, el conocimiento solo se afianzará una vez toquemos el tema, pero si uno está ya un poco curtido, probablemente será capaz de empezar a hacerlo tras estudiar la partitura
musical. Además, esto nos servirá también para ver, en notación, cómo se construyen figuras y riffs.
Visualizar
En esta misma línea, el paso siguiente es tirar directamente de imaginación y memoria. Y no
dudes de lo práctico que puede ser, simplemente, visualizarse a uno mismo tocando ese tema que se resiste. De algún modo, nuestra cabeza asimila movimientos y patrones al hacerlo, que luego aparecen
más claros al trasladarlos al mástil de la guitarra. Y esto es algo que puedes hacer en cualquier momento: en un atasco en el coche, sentado en el vagón de metro o el autobús, o mientras haces la
compra. Pensar en cómo tocar la guitarra nunca es pensamiento ni tiempo perdido. ¡Te lo aseguramos!
Se nos acaba el verano, y aunque no suele ser habitual este tipo de artículos en esta sección, se nos ha ocurrido adjuntarlo aquí, para disfrute del personal.
Este año hemos disfrutado de los mejores y más guapos bañadores de la historia. No dejan lugar a la duda de tus gustos musicales y creo que tanto para ellas, a las que les quedará genial, como para ellos, que disfrutarán de llevar a su lado a su chica con un bañador de estos, serán fuente de inspiración.
¿Cansado de cargar con pedales de concierto en concierto, tener que conectarlos uno a uno, revisar pilas y tener que desparramarlos por el suelo sin demasiado orden? ¿Agotado de sufrir cómo se mueven de su sitio al mínimo entusiasmo sobre las tablas si no llevas un cable extra-largo o pisas demasiado fuerte? Bienvenido a tu nueva necesidad: una pedalera.
¿Otra vez con las válvulas? ¿Otra vez con una tecnología de hace décadas que solo seguimos usando los músicos – algo que seguro que haría añicos la lógica de cualquier historiador científico?
Mucho nos tememos que sí, porque, a fin de cuentas, esos tubitos de vacío siguen siendo poblando nuestros escenarios, estudios y locales de ensayo por muchos años que pasen y muchos emuladores
digitales (cada vez más espectaculares, todo hay que decirlo) que se diseñen.
Ya hemos hablado varias veces de ellas, las válvulas, de por qué son la elección de muchos guitarristas (por su sonido, por el contenido armónico que añaden al distorsionar, etc.) y hasta de qué
tipos y modalidades existen y el timbre que puedes esperar de ellas. Pero también hemos advertido que los circuitos basados en válvulas son relativamente frágiles porque, en fin, las válvulas son
componentes especialmente delicados. Así que si lo tuyo es tratar a tu amplificador como si de un tanque en pleno campo de batalla se tratara, mejor busca en otro lado. Pero si quieres tener una
relación duradera y satisfactoria con estas chicas tan delicadas pero de voz hipnóticamente melosa, sigue cuidadosamente estos consejos.
Usa el stand by de tu ampli
Primera recomendación: si tu amplificador lo tiene, usa el switch de stand by profusamente. Muchos guitarristas poco acostumbrados a amplis de válvulas suelen ignorar este interruptor. Y también es
muy común el caso del típico músico inexperto que llega a una prueba de sonido para un bolo en el que le prestan el equipo (ya sea la sala o el guitarrista de la banda con que comparten cartel) y no
tiene ni idea de para qué sirve ese botón.
La explicación sencilla, sin meternos en especificidades muy técnicas, es que lo que hace el stand by es situar a las válvulas en (como su nombre indica) espera. Es decir, a las válvulas les llega
corriente, pero solo la mínima para que se mantengan en el estado de trabajo óptimo. De esta forma estarán listas cuando lleguen los primeros voltajes provenientes de tus porrazos sobre la guitarra,
evitando un sobre esfuerzo excesivo. Ya les exigimos que trabajen más allá de sus límites para generar distorsión, y de esta forma al menos hacemos que el abuso sea un poco más llevadero. Por tanto,
es recomendable encender un ampli de válvulas siempre con el stand by activado, dejar que se aclimate durante un minutillo, y entonces levantar el stand by para que nuestro ampli suene. Del mismo
modo, cuando lo apaguemos, es mejor colocarlo primero en stand by, dejar correr otro minuto, y entonces apagarlo del todo.
Otra aplicación lógica derivada de este concepto es que, durante los períodos más o menos largos en que no toques, al colocar el ampli en stand by, las válvulas estarán preparadas pero sin recibir
corrientes innecesarias. Con lo que no trabajaran en balde, ya sea porque están en línea o porque (aún peor) apagas y vuelves a encender el amplificador (con lo que tienen que volver a alcanzar ese
punto desde cero y recibir las corrientes de nuevo de sopetón). Piensa en cambios de guitarra, excursiones al baño durante el ensayo, pausas durante un concierto, etc. De esta forma estarás
preservando la vida útil de las válvulas.
Dales tiempo para calentar...
De todo esto se desprende que las válvulas necesitan alcanzar un nivel determinado para funcionar como esperamos que lo hagan. Y que a ese punto solo se llega si les damos tiempo para hacerlo. El
stand by es en realidad una medida de protección, pero es el mejor método para permitir que las válvulas “se calienten” sin que sufran demasiado desgaste. En cualquier caso, con o sin stand by, lo
ideal es que enciendas tu amplificador y les des un tiempo a las lámparas para que entren en calor, tanto metafóricamente (es decir, que alcancen ese nivel de trabajo) como literalmente (porque
notarás que desprenden calor mientras están en funcionamiento).
….pero no te pases
El calor significa, como decimos, que las válvulas están funcionando. Así que es un buen indicativo de que ésta están alcanzado su punto óptimo. ¡Pero tampoco hay que provocarlo! El calor es una
consecuencia inevitable de su uso, pero eso no significa que sea bueno: asegúrate de que el ampli tiene ventilación, y que no se sobrecalienta de forma excesiva. Porque, en realidad, el calor
excesivo sobre componentes electrónicos puede ser letal para ellos.
Déjalas enfriar...
De esta forma llegamos al siguiente punto: tras su uso, déjalas enfriar adecuadamente. Especialmente si tienes que mover el amplificador. Desde aquí te damos un consejo que algunos querríamos haber
recibido antes: nunca muevas un ampli de válvulas caliente. Y si tienes que hacerlo, que sea con más cuidado que el que dedicas a tu pareja en esos días difíciles. Un mal golpe o movimiento sobre un
circuito de válvulas calientes puede ocasionar daños muy incómodos... y caros. Y si tienes que tocar las válvulas en caliente, por el motivo que sea, recuerda: ¡queman!
… pero no te pases
Si el calor excesivo no es bueno, el frío tampoco lo es. Y cuando nos referimos a que dejes que se enfríe, ¡no queremos decir que debe congelarse! Del mismo modo que no dejarías tu guitarra en el
maletero de tu coche con temperaturas bajo cero (no, verdad), tampoco deberías dejar tu ampli expuesto a condiciones excesivamente frías. Imagina el cambio de temperatura tan radical que
experimentaría su circuitería al pasar del ambiente frío al calor generado por sus válvulas (precisamente lo que pretende evitar el stand by). Es una receta para desastre seguro, así que, antes de
conectarlo, asegúrate de que está a temperatura ambiente.
Protégelas de golpes
No solo deberían preocuparte los golpes y zarandeos cuando tu ampli de válvulas está caliente. La circuiterías de este tipo son ya de por sí bastante frágiles y delicadas. Las válvulas, sin ir más
lejos, conectan con varios pines en su emplazamiento, conexiones que son un tanto de “mírame y no me toques”. Por no hablar de su composición interna, poco amiga de vibraciones. Por tanto, intenta
llevar tu amplificador siempre con cuidado: usa cajas protectoras para transporte si te llega el presupuesto, y si vas a llevar tu combo a válvulas sobre ruedas, evita, por favor, los suelos
irregulares y las vibraciones específicas. No serías el primero al que un pequeño bache le arruina una noche de concierto y envía su ampli al técnico.
Ojo con las impedancias
Otra de cajón, pero aquí va: si en tu altavoz pone que debe recibir una carga de 8 ohmios, haz el favor de conectarlo a la salida de 8 ohmios de tu amplificador. Lo contrario supondría un estrés
innecesario, y que puede resultar fatalmente excesivo, para tus válvulas de potencia y el transformador de tu amplificador (que no solo se desgastan, sino que podrían fallar). Ahora bien,
generalmente, no debe ocurrir nada por conectar un altavoz de 8 ohmios a una salida de 4 ohmios. Es decir, desde el ampli puedes conectar de forma ascendente, esto es, que éste “vea” la misma carga
que pide o más (desde tu salida de 4 ohmios a un altavoz de 8 ó 16, o de tu salida de 8 a uno de 16, etc.). Pero hacerlo al revés (conectar un altavoz de 4 ohmios a la salida de 8 de tu ampli)
puede ser fatal. Lo ideal, en cualquier caso, es casar impedancias y no jugársela.
Hemos hablado por aquí en varias ocasiones de la importancia del altavoz en la configuración de nuestro tono o timbre personal. Ya sabes, ese sumatorio de nuestra técnica y todos los elementos que
componen nuestra cadena de sonido: guitarra, cuerdas, pastillas, cable, pedales, ampli, válvulas y, por supuesto, el elemento final, el altavoz, que es el que en definitiva convierte el voltaje en
que transmutó nuestro sonido de nuevo en ondas sonoras.
Cada altavoz, por tanto, en función de su diseño, materiales, tamaño, etc., tendrá unas características tonales diferentes. Es decir, una respuesta determinada a lo largo de todo el espectro de
frecuencias – del mismo modo que ocurre con los micrófonos – que provocará que el contenido en graves, medios y agudos que cada uno impulsa en el aire difiera lo suficiente como afectar más o menos
notablemente a nuestro sonido final. De ahí el sumo cuidado que los fabricantes, por norma general, prestan a la elección de uno u otro para sus combos o pantallas, y la configuración de ciertas
tradiciones en torno a modelos concretos y su idoneidad o no para determinados géneros.
Todo esto es lo que se denomina sensibilidad. Pero hay otro factor al que debemos prestar atención cuando nos decantamos por un altavoz u otro y que no siempre se tiene en cuenta: la eficiencia. Bajo
esta denominación nos referimos al volumen, medido en decibelios, que entrega un altavoz determinado, medido siempre a un metro de distancia y con una potencia detrás de 1 vatio. Así, encontraremos
en las especificaciones de los diferentes altavoces figuras que suelen rondar entre los noventa y tantos y los ciento y pico decibelios.
Más allá de ser otro dato más en la lista de especificaciones, que muchas veces leemos en diagonal, la eficiencia nos podrá ser especialmente útil en dos situaciones muy concretas: por un lado, para
conseguir que un amplificador de potencia determinada entregue más volumen. Por ejemplo, en el caso de un ampli de pequeño vataje que queremos poder usar en directo. Pero, por otro lado, la
eficiencia nos indicará también el camino para conseguir justamente todo lo contrario.
El por qué de lo segundo lo veremos en seguida. En cuanto a lo primero, la ecuación en realidad es muy simple: tienes un ampli de 15W, por ejemplo, que entrega tanto volumen en dB con un altavoz de
una eficiencia determinada. En caso de que este amplificador se te quede corto para hacerte oír con el animal de tu baterista dándolo todo (con todo el cariño para los bateristas del mundo), podrías
probar a cambiar el altavoz por uno con una mayor eficiencia, de forma que ganaras un puñado de decibelios en tu nivel de salida. Pasar de una eficiencia de 95dB a 100dB puede marcar la diferencia
entre un amplificador que solo puedes usar como herramienta de práctica, a uno realmente útil para usar en directo o en tu local de ensayo. Recuerda, además, que esos 100 dB de las especificaciones
se refieren a 100 dB por cada vatio de entrada que recibe el altavoz: en este ejemplo, el volumen de salida podría llegar a casi 112 dB con 15W y el altavoz de mayor eficiencia, calculando los
decibelios resultantes.
El camino inverso puede resultar a su vez muy interesante. Hablaríamos de un caso en que un amplificador de mucha potencia no puede emplearse en su punto dulce debido al volumen descomunal de salida
que entrega. En esta situación, reemplazar su altavoz (o altavoces) por uno de menor eficiencia puede ser la solución para poder usar ese ampli a pleno rendimiento sin aniquilar los tímpanos de tus
compañeros de banda o las primeras filas del público que ha acudido a tu concierto en ese pequeño local en el que soléis tocar cada fin de semana. Piensa que un amplificador de 100W a través de un
altavoz con una eficiencia de 100dB podría alcanzar fácilmente los 120dB de salida: ¡una burrada! Pasar a un altavoz con una eficiencia menor podría domar un poco ese volumen salvaje con que aturdes
a tu audiencia, permitiéndote saturar tu ampli como sus válvulas piden a gritos.
Otras consideraciones
Llegados a este punto, no está demás añadir a la ecuación otro tecnicismo que encontramos habitualmente en las características de un altavoz: su potencia, que en realidad se refiere a la potencia de
entrada que es capaz de soportar. En tu búsqueda del altavoz perfecto te encontrarás con toda clase de cifras: 15 vatios, 25, 30, 40, 65, 80... que son un indicativo de cuánto puede soportar el cono
antes de resultar dañado o, cuando menos, generar su propia distorsión. Ésta puede ser deseable o no, en función de tus preferencias y el sonido que estés buscando para un género determinado. Muchos
tonos clásicos incorporan una buena dosis de distorsión de altavoz, mientras que ciertos estilos precisan que aquél sea lo más cristalino posible y traduzca el sonido el amplificador de forma
completamente transparente. En cualquier caso, el altavoz de tu elección debería tener siempre una capacidad igual o superior a la potencia de salida de tu ampli: cuanto más alta, menos probabilidad
de distorsión del cono tendrás en tu cadena.
Artículo para ayudarte a entender mejor qué es el tono, de dónde viene, a dónde va, y cómo acercarte cada vez más a ese que te trae loco.
Cuenta Dave Hunter en su libro Guitar Rigs – Classic Guitar & Amp Combinations, que en el paso de finales de los 70 a principios de los 80, escuchó en demasiadas ocasiones la siguiente
afirmación: “Demonios, podrías poner un buen juego de pastillas a una tabla de madera y podrías ahorrarte un montón de problemas y dinero”. Eran, dice Hunter, los tiempos en que las pastillas
‘hipermusculadas’ estaban poniéndose de moda, cuando muchos – salta a la vista – consideraban que para conseguir El Tono, uno debía concentrarse básicamente en ellas y no echar demasiada cuenta de
toda esa retahíla de elementos que, en entregas pasadas, vimos que pueden afectar – y de hecho afectan – al tono final de nuestro instrumento.
Dave propone, no sin cierta sorna, comprar pues una Les Paul de finales de los 50, de esas que superan los 100.000 euros en el mercado vintage, quitar sus celebradas PAF, montarlas en un tablón
(con su puente, afinadores y cuerdas) y atacar las cuerdas del nuevo instrumento. Por supuesto, ni Hunter ni nosotros esperamos que lo hagas, y te puedo asegurar que NO lo hemos hecho. Pero, aunque
Jack White pudiera matizar todo esto con esa demostración que hace en el documental It might get loud – donde construye en unos minutos algo parecido a una guitarra con una tabla, una botella de
Coca-Cola, una cuerda y una pastilla -, lo cierto es que todos podemos imaginar que los resultados no serían exactamente satisfactorios. O, al menos, que el tono de esa Les Paul distará mucho del de
la tabla con las mismas pastillas.
Así pues, asumiremos de nuevo que todos aquellos elementos que enumeramos son importantes. Y añadimos: entre ellos, uno de vital importancia, íntimamente ligado con el diseño (características,
formas, etc.) de la guitarra, es la madera con que ésta se construye. Bien es cierto que podríamos continuar el repaso a los elementos del tono por el lugar en que empieza – las cuerdas – pero lo
dejaremos para cuando repasemos el resto de elementos mecánicos de la guitarra. Hablemos un poco de maderas, primero.
Sonido con cuerpo
La verdad es que toda esta polémica que apunta Dave Hunter con las pastillas debería haber perdido fuerza rápidamente ante una consideración: como heredera de sus predecesoras acústicas, parece de
cajón que una guitarra eléctrica, su sonido, dependa en gran medida del material de su construcción. Puede ser esperable cierta confusión ante el fenómeno eléctrico, pero si un acústica suena
de tal manera en función de su madera, si el sonido final que escuchamos viene marcado por ella, las características del que llega a la pastilla eléctrica, de esa vibración que se transforma en señal
y avanza por varios circuitos hasta el altavoz del amplificador, debe estar condicionado también por la madera. Por una sencilla razón: la madera está ahí para resonar, para, en primera instancia,
amplificar esa vibración de las cuerdas.
Es sencillo: coge dos guitarras eléctricas y, sin enchufarlas, tócalas. El sonido que conseguirás será pequeño en cuestiones de decibelios, pero está ahí. Y rápidamente podrás notar diferencias entre
uno y otro instrumento. Dave Hunter, en ese indispensable libro también apunta esto: esas diferencias en timbre que escucharás, serán vitales, ya que ocurren antes de alcanzar la circuitería. ¿Otra
prueba? Dejémoslo en una pregunta: ¿por qué dos Les Paul, o dos SG, del mismo modelo, no acaban de sonar exactamente igual aunque el diseño sea el mismo?
El misterio, que tampoco es tanto, está pues en la madera. Diferentes tipos de madera, diferentes diseños de construcción (acústico o sólido, de una sola pieza o con láminas, de tapa curva o
plana..) y diferentes maderas incluso de un mismo tipo, determinan esa primera resonancia fruto de cómo la madera absorbe y devuelve la vibración de las cuerdas. Así, a la densidad propia de cada
tipo y pieza, se une el diseño con que se construye para crear el timbre básico del instrumento.
Nombres y adjetivos
Algo que hay que tener claro, por tanto, a la hora de seleccionar un instrumento, o de combinar o jugar con los elementos disponibles para lograr nuestro
tono, es qué características aportará la madera con que queremos conseguirlo. Las más usadas en la construcción de guitarras son: arce (maple), caoba (mahogany), aliso (alder), y fresno (ash).
También común es el tilo americano (basswood), y el ébano, el palorrosa o el palisandro para ciertas partes (diapasones), aunque la diversidad es amplia.
En cuanto a características se refiere, podemos decir que en líneas generales que la caoba ofrece una importante densidad, con tendencia a comprimir las frecuencias medias, con un tono gordo y
cálido, y graves potentes. El arce también tiene una buena respuesta de graves, potencia en los medios altos, y, según el tipo (blando o duro) más o menos claridad en los agudos. El fresno suele
ofrecer graves sólidos y un registro medio pronunciado y agudos brillantes, con mucha resonancia en todo el espectro sonoro. Y el aliso, una madera muy ligera en cuanto a pese se refiere, se
caracteriza por sus agudos notables, graves firmes y un buen registro medio.
Esto son solo unas líneas generales, que en muchos casos habría que matizar según la construcción: la combinación de diferentes maderas es muy común. Por ejemplo, un cuerpo de caoba con tapa de arce,
un clásico incombustible, con el diferente comportamiento de ambas maderas con las frecuencias medias, logra un tono carnoso, con sustancia, con medios potentes y una respuesta equilibrada entre
graves y agudos, resultando en un tono muy musical, definido y suave a la vez que poderoso.
Podríamos seguir escribiendo muchas páginas sobre combinaciones de maderas (arce sobre fresno, sobre tilo, etc.), pero basta por el momento con retener esta idea: cada madera, o cada combinación de
maderas, tiene unas características propias de densidad que determinarán indefectiblemente el sonido que las pastillas transformarán en señal eléctrica, y que acabará siendo nuestro tono. Conocerlas
es saber qué podemos esperar de ellas (al comprar una guitarra, al buscar un sonido con la nuestra) y por dónde empezar a jugar con los diferentes elementos para conseguir ése que acechamos.
¡Y eso que ni siquiera hemos llegado a hablar de los mástiles! Te esperamos en la siguiente entrega...
¿Sabes cuál es el secreto para que se te vea, y oiga, profesional cuando te subes a un escenario? Bueno, lo cierto es que no hay solo uno, pero éste, en concreto, es
importante: un poco de mantenimiento básico. No nos referimos a atusarte bien el pelo, ni engrasar esos músculos cubiertos de tatuajes. Nos referimos al mantenimiento básico de tu equipo. Puedes ser
el nuevo Hendrix, o saberte de pé a pá todos tus riffs y solos. Pero si te subes a un escenario y tu guitarra se te cae a pedazos antes del segundo tema, o tu amplificador gorgotea asfixiado por
válvulas con más rodaje que, como decía aquel gran comentarista británico, la moto de un hippy, todo será en vano.
Vale, si eres el nuevo Hendrix, es probable que unos inconvenientes de este tipo no acaben por empañar tu arte a las seis cuerdas. Pero como, en general, ninguno lo somos, más nos vale tener nuestro
equipo listo y en buena forma cuando nos dirigimos a nuestro club local habitual para tocar. Y más aún si pretendemos embarcarnos en una gira veraniega. Aquí os dejamos algunas pautas para tenerlo a
punto en la carretera, o cuando el luthier está de vacaciones...
Potes y electrónica
Muchos de los problemas que uno se encuentra cuando se le da mucha guerra a una guitarra tienen que ver con la electrónica. Todos los hemos sufrido: ruiditos al mover el cable en el jack, al girar un
potenciómetro... Todo esto se puede solucionar con un poco de mantenimiento básico. Usa un limpiador de contactos en los diferentes puntos de la guitarra (jack, pote, switch) cada cierto tiempo, y
más a menudo cuanto más expuesto esté el instrumento a suciedad. Asegúrate de que el jack está firmemente anclado en su sitio, ya que a veces la rosca puede soltarse un poco, y provocar un fallo de
contacto. Y ten en cuenta que los potes, con el tiempo, necesitan ser reemplazados. Todo esto se aplica también a tus pedales...
Afinadores
Son el elemento que, básicamente, mantiene nuestra guitarra afinada y... ¿cuántos de nosotros les hacemos algo de caso alguna vez? No está demás repasar de cuando en cuando que estén bien sujetos en
su sitio, comprobando que los tornillos no se han aflojado. Algo que puede ocurrir con relativa facilidad ante los rigores de la carretera. Y si todos llevamos un afinador encima para estar afinados,
¿por qué no cuidar también el origen del problema?
La cejuela
Lo mismo ocurre con la cejuela. Salvando problemas serios aparte - como que te cargues uno de los carriles de la misma en un momento de pasión guitarrística, y la cuerda ya no quiera quedarse más en
su sitio, provocando que te maldigas por no haber llevado una guitarra de reserva (experiencia propia) -, la cejuela tiene también mucho que decir en cuestiones de afinación. Toda esa suciedad que se
acumula ahí, es un no-no-no para la buena forma de tu instrumento. Así que dedica algo de tiempo en limpiarla bien y, ya de paso, en usar algún tipo de lubricante para que la fricción de las cuerdas
se minimice, y tu afinación sea la mejor posible. Créenos, lo agradecerás.
El puente y un poco de limpieza
Hablando de limpieza, todos estamos de acuerdo en que un instrumento con heridas de guerra visibles es muy cool. Cuando el rigor de la carretera afecta a una guitarra, muchas veces el
resultado es una presencia y un aroma a veteranía muy atractivos. Pero hay cosas que no deberías dejar envejecer. Por ejemplo, el puente puede provocar zumbidos nada deseables por poco óxido que
presente (y tal vez no te des cuenta de que está ahí hasta un concierto o una sesión de grabación realmente importantes). Algo parecido puede ocurrir con toda esa suciedad que se acumula en los
trastes. Usa productos adecuados (aceite de limón para el diapasón, un poco de alcohol para el puente) y dale una buena limpieza. Las marcas de batalla en el acabado de tu guitarra pueden ser
molonas, pero el óxido en los herrajes, no tanto.
Vigila esos altavoces
Revisa periódicamente los altavoces de tu ampli, para asegurarte de que no tienen ningún desperfecto que pueda afectar al sonido que emiten. Y si detectas sonidos extraños, especialmente cuando tocas
notas graves, es probable que el cono se haya rajado. En estos casos, y con el diseño actual de la mayoría de amplis, no es nada difícil, simplemente, cambiar el altavoz entero. Con un poco de maña,
puedes hacerlo antes de tener que subirte al escenario (si tienes uno a mano, o una tienda cerca, claro).
Soldaduras 101
Hablábamos antes de contactos en la guitarra, y también en los pedales de efecto. Lo cierto, es que casi cualquier problema electrónico que tengas con ello tiene muchas papeletas de ser fácilmente
solucionable si tienes algo de maña con un soldador. LEDs gastados, switches que han dejado de funcionar... suelen ser problemas sencillos que se arreglan con dos puntos de soldadura y el recambio
adecuado. Lo mismo ocurre con guitarras y bajos que han dejado de sonar: si todo lo demás está bien, echa un vistazo a las tripas, y tal vez haya un cable suelto que se arregla en dos minutos con ese
soldador que deberías llevar en tu equipaje de gira.
Revisa tus cables
Tanto tu cable de la guitarra, como los patches de tu pedalera deberían estar siempre en las mejores condiciones posibles. Es aquí donde se encuentra el origen de muchos de esas clásicas situaciones:
“¿por qué no sueno?”. Especialmente si usas cables demasiado baratos. Comprueba que los apantallados y las soldaduras están bien, y ten cuidado con los cables para pedales solderless, porque
suelen tener la mala costumbre de fallar en el peor momento (no decimos que no los uses, pero sí que los revises). Y no seas tacaño: invierte en buenos cables y, de vez en cuando (cada varios años si
son realmente buenos) renuévalos. Ganarás en sonido y fiabilidad.
Respeta a tu ampli
Si tu amplificador es de válvulas, por favor, no lo maltrates. Muy especialmente si vas de gira. Ten en cuenta rutinas básicas como encenderlo un rato antes de tocar, y dejar que se caliente con el
stand-by activado. Y apágalo de la misma forma: déjalo en stand-by unos minutos antes de apagarlo y desenchufarlo. Y, por dios, no lo muevas en caliente. Y si tienes que hacerlo, sé extremadamente
cuidadoso: el calor que generan no se lleva bien con movimientos bruscos. Ya puestos, si vas a tener que hacer muchos kilómetros de carretera con el ampli en el coche o furgoneta, hazte de un buen
flight case. Respeta a tu ampli, y él te respetará a ti.
Por suerte, no hay que ir tan lejos (¡la Les Paul no, hombre!). Aunque ha de ir por delante que conseguir esas guitarras grandes es toda una combinación de experiencia y muchas horas de trabajo a las
espaldas grabando y mezclando, aquí os vamos a dejar unos cuantos truquitos de estudio para que podáis acercaros más a ese sonido “bigger than life” que necesitan vuestras pistas de guitarra.
Doblar guitarras en la grabación
Esto es un clásico indiscutible y algo que tú, y tu guitarrista, si no eres tú mismo, deberías dominar cuanto antes. La idea es que, si quieres guitarras grandes, grabes guitarras grandes. Y una
buena forma pasa por captar varias tomas de las mismas partes, tocadas con la mayor precisión posible. No hace falta comenzar a sudar: por mucho que lo intentéis, las interpretaciones no serán 100%
exactas, porque no somos máquinas. Pero esto es precisamente lo que querremos conseguir: las pequeñas diferencias entre una y otra, cuando coloquemos cada una de las dos tomas abiertas en el espectro
estéreo (100% Left, una, y 100% Right, otra, por ejemplo, o al gusto), crearán ese efecto de estar escuchando una guitarra descomunal. Cuanto más clavadas sean cada una de las partes de guitarra
dobladas, el efecto estará mejor conseguido, ya que la idea es que no se distinga realmente que hay dos guitarras sonando, sino solo una, gigantesca.
Si, además, juegas con diferentes tipos de guitarra, amplificador, ecualizaciones o grados de distorsión en cada toma, el efecto psico-acústico será mucho más rico.
Usar micros de ambiente... ¡y
aplastarlos!
¡No! ¡Espera! No nos estamos refiriendo a nada físico. Bueno, físico sí, pero no corporal. Vamos, que no coloques micros de ambiente para grabar tus guitarras y te dediques a lanzarles cosas pesadas
encima. ¿No te das cuenta de que esto no tiene sentido? ¡Era solo un (mal) chiste de juntaletras!
A lo que nos referimos es a comprimirlos mucho (lo que en estudio se llama comúnmente “aplastar”). La idea es que, a la hora de grabar, uses el sonido directo y cercano habitual (el clásico 57 a
pocos centímetros del cono, para empezar), pero también captes el sonido ambiente de la sala - especialmente si ésta suena bien - con micros, normalmente, de condensador. Puedes así lograr un sonido
de guitarra más rico, aunque al grabar mucha sala, tenderá a irse un poco hacia atrás en la mezcla. Aquí es donde entra la compresión: comprime generosamente la pista de ambiente, y lograrás un
sonido mucho más grande.
Y si quieres refinar la técnica todavía más, usa el sidechain del compresor que has empleado sobre la pista del micro de ambiente para enlazarlo con la pista de voz. De esta forma, cada vez que entre
el vocalista, el ambiente bajará, dejándole espacio, y volverá a subir, y crecer, cuando no haya voces.
Doblar guitarras durante la mezcla
Si no pensaste en asegurarte un par de buenas tomas de guitarra para emplear la técnica de doblarlas y abrirlas en estéreo, cuando llegue el momento de la mezcla aún puedes emular este efecto. ¿Cómo?
Con delay. Es un truco que viene usándose desde hace décadas, y que pasa por ubicar tu pista de guitarra grabada en un lado del estéreo, hacer un envío de esta pista a un delay, y panear el retorno
del delay en el lado opuesto. El tiempo de retraso del delay no hace falta que sea muy grande, y podrás jugar con el que más te emocione. Un buen punto de partida es quedarse por debajo de los 100 ms
y, a ser posible, calcular el tiempo de delay para que vaya con el tempo de la canción. Conseguirás un más que aceptable sonido “más grande que la vida”, y tiempos tan bajos como 12 ms, por ejemplo,
crearán un efecto de dos personas tocando al unísono... ¡o casi!
Experimentar con delays
No es ésta la única forma en que un buen delay puede ayudarte a que tus guitarras suenen enormes. Por ejemplo, puedes emplear un delay estéreo, de forma que en cada lado el tiempo de retraso sea
diferente. Pongamos, 25 ms en L y 50 ms en R. Esto da unos resultados espectaculares, por ejemplo, para esos solos que paneas al centro, creando en el oído del oyente un único y gran sonido de
guitarra.
Pero no solo en estéreo puedes lograr ese efecto de grandeza. Precisamente con un delay puedes conseguirlo también en mono. Sigue este consejo: panea tu guitarra al centro, envíala a un delay mono
(empieza con unos 25 ms) y panea su retorno también al centro. Con las dos pistas en el mismo espacio sonoro, ve subiendo progresivamente el fader del delay hasta que la guitarra de repente crezca
cual Bruce Banner cabreado. Ajusta al gusto y, voilá, tienes un gran gigante verde de seis cuerdas sin tener que abrir pistas en estéreo.
Experimentar con reverbs
Creando un espacio en torno a tu guitarra grabada también puedes hacerlas aparecer más grandes. Es decir, usando una reverb. El objetivo aquí no es ahogar la pista en reverberación, enviándola al
fondo, sino emplearla cuidadosamente para otorgarle más lugar en la mezcla y una mayor dimensión. Por ejemplo, un truco productor e ingeniero Bobby Owinski (que encontrarás en su libro The
Mixing Engineer's Handbook) pasa por usar una reverb en mono, bajar su decay (el tiempo de reverb) hasta el mínimo posible, y panear cada pista (guitarra y su reverb) en
posiciones opuestas. Aumentando progresivamente el tiempo de decay encontrarás esa grandeza que buscas.
Otra opción que ofrece el propio Owinski, más en la línea del sonido Van Halen, es emplear una reverb plate o chamber con nada menos que 2 segundos de decay y unos 120 ms de predelay (calculado al
tempo de la canción), y panear ésta ligeramente opuesta a la guitarra.
Emplea estos consejos como punto de partida e inspiración, y encuentra tus propias fórmulas. ¡Y no dejes de compartirlas con nosotros!
Los integrantes de
Black Sabbath se encuentran muy ocupados con la exitosa gira mundial que apoya a su nuevo disco ‘13’, el primero en el que participa Ozzy desde 1978.
Y ahora el guitarrista Toni Iommi dice que está abierto a la posibilidad de grabar un nuevo disco, todo dependiendo de su batalla contra el cáncer.
En una entrevista con CT.com Iommi dijo: “Es una pregunta que ha rondado ya varias veces. No tengo una respuesta, especialmente porque todo depende de mis tratamientos y estado de salud. No me puedo
comprometer a dos años de intenso trabajo o algo similar. Por ahora mi prioridad es poder tocar bien. Creo que es mucho mejor lo que estamos hacienda que lo que hacíamos 40 años atrás”.
Sobre el nuevo disco afirmó: “creo que las nuevas canciones se complementan muy bien con las cosas viejas y es muy bueno tener más cosas en el repertorio, porque no sucedía hace mucho tiempo.
No hemos aun tocado el disco nuevo de forma completa, estamos incluyendo cuatro canciones en promedio por show, pero no me disgusta la idea de tocarlo todo”.
Y finalmente sobre un nuevo álbum de Black Sabbath: “Si las cosas marchan bien por el resto del año, creo que podríamos ver si grabamos un nuevo disco. Sería algo muy interesante”, puntualizó.
Todos estamos enamorados de nuestra Les Paul (y de nuestra SG, nuestra Flying V, Explorer... o cualquiera de todas esas guitarras Gibson que tenemos siempre al
alcance de la mano... ¡cómo no!). Pero, ¿sabemos cómo sacarle el máximo partido? Está claro que la Les Paul es un maquinón de rock. No es solo que nos lo hayan contado, y que lo hayamos escuchado en
cientos de discos. Es que hemos podido comprobarlo en primera persona, ¿verdad? Pero... ¿cómo tocas tu Les Paul?
El buque insignia de esta casa es una herramienta ultra-versátil, aunque en general se le asocie con unos sonidos determinados. A fin de cuentas, cuenta con un infinitas posibilidades a poco que uno
aprenda a usar sus controles: dos de tono y dos de volumen, uno de cada por pastilla. Y aquí es a donde vamos con este artículo: puede parecer poco, pero las posibilidades sonoras que ofrecen esos
cuatro potes son enormes. Así que volvemos a preguntar: ¿cómo tocas tu Les Paul?
No son, somos, o hemos sido pocos los que colocamos el selector en la pastilla del puente, subimos el volumen, logramos ese tono celestial con ayuda de un buen ampli de válvulas, y nos lanzamos al
vacío sin preocupaciones, sabiendo que todo está bien. Y, es cierto, lo está. Pero con cualquier guitarra con la misma configuración que una Les Paul (una SG, sin ir más lejos), con esas opciones de
control, tal vez estemos derrochando posibilidades. Solo hay que ver a grandes guitarristas, los que identificamos precisamente con este instrumento, como Jimmy Page, un maestro en exprimir el
paisaje sonoro de una Les Paul, para darnos cuenta. Y aquí es donde vamos a afinar, precisamente en el cómo tocar tu Les Paul. Sin interrogantes.
La pastilla del mástil, esa gran olvidada
No solo es muy común ver a guitarristas más jóvenes (y no tanto) que colocan sus potes al 10, y rockean sin mirar atrás (¡o abajo!). Es también habitual que la pastilla del mástil reciba poca
atención. Y aquí es donde nuestro consejo de hoy puede cambiarte la perspectiva sobre tu Les Paul completamente.
En el momento de enchufarte y configurar tu sonido a través de los controles de EQ de tu ampli, buscando ese sonido base, no lo hagas a partir de la pastilla del puente sino, al contrario, ¡hazlo con
la del mástil! Es más, ten en cuenta que, con un buen ampli de válvulas, tus potes de volumen no solo controlarán cuán alto suenas, sino también cuánta saturación consigues. De esta forma, la idea
que proponemos no pasa por lograr tu sonido crunch con la pastilla del puente en plan “set and forget”, y ya usarás un pedal para apretar o levantar más el sonido si es necesario al llegar un solo.
Lo que buscamos aquí es un poco más refinado, de forma que tengas más opciones simplemente desde tu guitarra, sin otros complementos.
Por tanto, parte de la pastilla del mástil, con el volumen de la guitarra al 10, y busca lo que sería tu sonido solista. Una vez encontrado, pasa a la pastilla del puente. Seguramente sonará todo un
poco chirriante, así que baja el control de tono de tu Les Paul para controlar los agudos, y lograr lo que sería tu otro tono solista, con esa pastilla. Y ahora es cuando ocurre la magia...
Con los controles de volumen podrás ahora reducir la ganancia de estos dos sonidos, para lograr lo que sería tu tono rítmico, con una u otra pastilla. De hecho, lograrás toda una paleta de sonidos
simplemente controlando la cantidad de volumen, desde tonos limpios o casi limpios, a ligeras overdrives, sonidos crunch en toda regla, saturaciones gordas pero controladas o distorsión desbocada
según hasta dónde hayas llegado con el primer paso (párrafo anterior).
Yendo un poco más allá, y si el pasar de un sonido a otro rápidamente girando el pote de turno se te hace complicado (puede serlo hasta que automatices completamente el movimiento necesario), este
juego puede enriquecerse aún más, o simplificarse, según se mire, cambiando de pastilla: busca un buen tono rítmico bajado el volumen de tu pastilla de mástil, y salta a un sonido lead simplemente
cambiando a la pastilla del puente. O al revés. ¡O pasa de limpio a saturado simplemente usando el selector de pastillas, sin necesidad de tener un ampli multicanal!
Posiciones intermedias
Para hacerlo todo más divertido, tenemos por supuesto las posiciones intermedias, en las que entran en juego a la vez las dos pastillas. Aquí, las posibilidades se multiplican según ajustes los
controles de tono y volumen de cada una de ellas. Por ejemplo, parte de tu sonido rítmico en la pastilla del puente (que suele ser en torno al 6-7 del control de volumen, según hayas configurado el
10), y elige la posición media de pastillas con el volumen de la de mástil a cero. Comienza a subir el volumen de ésta e irás comprobando cómo aparecen diferentes sonidos.
Uno muy práctico es aquél en el que comienza a intuirse la pastilla del mástil, pero predomina sin duda la de puente. Básicamente, imagina un “puente al 8 – mástil al 4”: aquí, el sonido será
básicamente el de la pastilla de puente, pero engordado por la del mástil, de forma que sonará más amplio, más... lleno. Si sigues subiendo el volumen, alcanzarás, por supuesto, esos tonos casi
nasales que son característicos de la posición intermedia, que, además, estarán mucho más definidos si nos hiciste caso al principio y ecualizaste tu ampli a partir de la pastilla del mástil, y no la
del puente.
La cantidad de opciones es, pues, enorme. Especialmente si partimos de una base que nos permita aprovecharlas todas (mástil, mástil, mástil...). Si te fijas en vídeos de guitarristas como Page,
Clapton, o Gary Moore, comprobarás cómo controlan constantemente su sonido ajustando los controles y el selector de pastillas de la guitarra. Todos los sonidos (bueno, casi) están ya ahí. Sin
necesidad de más ayuda que lo que tu Les Paul incluye ya de serie. ¿No es maravilloso?
Nombre: DEVORAOS
Ciudad: Aquella que nos contrate
Aficiones: Descargar grandes dósis de rock
Música: Hard Rock en español (el inglés lo hablamos perfectamente en la intimidad)
Nuestro lema preferido: ¡Disfrutar encima del escenario hace disfrutar al que nos ve!