En este apartado intentaremos transmitiros aquellos artículos de interés que lleguen a nuestras manos, relacionados con el mundo de la música, con el único objeto de ser un portal abierto a todo lo que pueda interesar a un músico o a un amante de la música.

¿Crees usar bien el StandBy de tu ampli? te mostramos que quizá NO

Hoy os traemos un artículo que creemos que es realmente interesante, dado que la mayoría de los guitarristas y bajistas que utilizan amplificadores desconocen que el botón de StandBy en los amplificadores no sólo NO sirve para proteger las válvulas, sino que incluso puede dañarlas. Es más útil bajar el volumen.

Para ello contactamos con Jason Wilding, de Wampler Pedals, al cual agradecemos que nos concediera el permiso para traducir su extenso artículo sobre el botón de StandBy. Es un artículo muy completo, que Guitarbend ha traducido en exclusiva, y que aquí os dejamos.

Hace un par de semanas alguien me hizo unas preguntas en el grupo que tiene Wampler Pedals en facebook:
 

"¿Cuánto tiempo dejáis calentar vuestros amplificadores en standby? Normalmente suelo dejarlo unos 10 minutos antes de empezar a tocar. Ahora lo estoy haciendo dentro de los primeros 5 minutos y no suena nada durante los primeros 20-30 segundos, ¿Es eso una señal de que al amplificador le pasa algo?"


Me quedé sentado y pensativo un buen rato y todo lo que pensaba en ese momento era: "No creo haya sido informado correctamente acerca del uso real de la palanca ó botón de standby, acabo de encender el amplificador y un minuto después desconecto el standby y ya está listo para rockear y, cuando paro de tocar, vuelvo a conectar el standby". Este tiempo puede ser unos minutos, entre las paradas de un concierto, o de varias horas e incluso durante todo el día cuando estoy en casa. Siempre pensé: "si el amplificador está en standby no hay problemas, estará bien". El problema vino en que cuanto más pensaba acerca de esto, más me daba cuenta de que no me había informado bien acerca de ello en ningún sitio, simplemente lo hacía, igual que llevaba años y años haciéndolo. No sabía si hacerlo era lo correcto, si estaba mal, si era ingénuo o cualquier otra cosa. Sólo miraba el interruptor de Standby de mi actual amplificador (un Fender BDri) y que lo usaba de la misma manera que lo llevaba usando en todos los amplificadores valvulares que he tenido.

Utilizando las gloriosas redes sociales publiqué en mi muro de Facebook personal la pregunta acerca del botón de standby, su uso y cuál es la mejor manera de tratar con ellos. Etiqueté en la pregunta a algunos constructores de amplificadores con bastante reputación y respondieron a la pregunta: "¿Puede alguien decirme por qué se pone en los amplificadores valvulares la palanca de standby?". Quería que la pregunta fuera algo genérica, dejarla abierta, esperando oir la opinión de gente que trabaja en el negocio dado que, siendo sinceros, en 5 minutos buscando en Google había obtenido tanta información contradictoria acerca de ello que estaba casi a punto de cambiar mi amplificador valvular por uno a transistores, ya que son mucho mejores -en este aspecto- y menos propensos a quemarte la cara o quemar tu propia casa. Así que después de haber puesto la pregunta, me fui a hacer otras cosas y cuando volví no esperaba las respuestas que obtuve al respecto, dado que parecía que el tema había dado bastante que hablar.


La respuesta simple a esta pregunta es que no hay una respuesta sencilla. ¡Y parece que el interruptor de standby se pone porque el cliente espera que un amplificador valvular lo tenga, más que por otra cosa!. Esta es una selección de las respuestas más interesantes a mí pregunta sobre esto.

El primero en responder (tardó pocos segundos en hacerlo) fue Roland Lumby de The Amp Clinic, del noroeste de Inglaterra. Roland es el hombre para todo del area de mantenimiento de amplificadores antiguos y modernos. El me dijo:
 

"Tu lo pones en standby para que deje de hacer ruido mientras la banda se toma un descanso. ¡No es por un requerimiento técnico! Usas el standby para no tener que esperar a que las válvulas se calienten".


Debo admitir que esta respuesta me tiró un poco ya que no esperaba una respuesta tan desganada, básicamente como que ese interruptor no era realmente necesario, o al menos así lo entendí.

El siguiente en responder fue James Hamstead de Hamstead Ampworks:
 

"Mejor bajar el volumen maestro o desconectar la guitarra. El botón de standby no le hace nada bueno a las válvulas. El cátodo emite electrones, pero no van a ningún sitio, así que vuelve al cátodo. A esto se le llama intoxicación del cátodo y puede cambiar las características de las válvulas a peor - hacerlas más ruidosas, reducir su ganancia, etc-".
 

La teoría de la intoxicación del cátodo fue nombrada un par de veces. Debo admitir que esto tenía sentido, suena lógico pero no tengo ninguna lógica científica para apoyar esta manera de pensar. Así que después de leer esto ¿debería pensar que quizá el standby pudiera dañar mi amplificador en vez de ayudar a protegerlo?

Luego contestó Mike Fortin de Fortin Amps y diseñador de los amplificadores signature de Ola Englund, Scott Ian y Kirk Hammet. Así que ya sabemos de sobra que él entiende de estructuras de ganancia y amplificadores de válvulas. Puso un link pero básicamente os resumiré lo que decía:
 

"Fender esencialmente malinterpretó los requisitos, y todos los demás copian a Fender. Leo tendía a no poner nada en el circuito que no fuera totalmente necesario, pero él procedía de un aprendizaje previo donde el botón de standby era totalmente necesario."


Esta teoría fue apoyado también por Jamie Simpson de Booya Amplifiers. Así que obviamente, las válvulas tienen una cantidad de "jugo" cuando están funcionando a plena potencia, la misma que quieres restringir a un flujo o nivel seguro cuando haga falta, así que ahí es donde aparece el botón de standby: para proteger la salud y la seguridad de la gente que trabaja con los amplificadores en vez de para su funcionamiento normal. El artículo incluso va más lejos afirmando que la mejor manera de lidiar con el botón de standby es "hacerle bypass internamente al standby para que no haga nada".

Después de esta respuesta las siguientes empezaron a ser más específicas y tontas (es Facebook después de todo), sin embargo se llegaron a puntos bastante interesantes.
 

"Innecesario es si las válvulas son de 500v o menos. Si es de 800 como en un musicman, probablemente prolongue su vida no microfónica" (Harald Nowark).
 
"Cuando se activa el primer interruptor se envían 6,3 voltios a los calentadores, esto calienta el cátodo que está recubierto de un material que promueve la expulsión de electrones. Cuando desconectas el standby las válvulas son golpeadas en ese momento con alta tensión. Además creo que habría que apagar el amplificador por completo si va a estar más de 10 minutos parado en standby. No arriesgue a dañar sus componentes si sólo toma 1 minuto volver a calentar de nuevo el amplificador." (Phil BradburyLittle Walter Tube Amps).


Hubo también preguntas también acerca de desconectar los altavoces (pantallas) en el modo standby.


"Yo no lo haría" (James Hamstead).


Esto realmente me llamó mucho la atención:
 

"¿Ves todos esos amplificadores calentando antes de un concierto? No están en standby, su amplificador no empezará a calentar hasta que el alto voltaje no golpee las válvulas y sus filamentos. y eso no sucederá hasta que no se desconecte el standby y el voltaje pase por completo y es entonces cuando sube la temperatura de las válvulas y así es como se calentará realmente tu amplificador de válvulas antes de empezar a tocar. El standby es bueno para un arranque suave, Lo que realmente hacen los standby es reducir la corriente de entrada, ha habido muchas guerras por estos temas, y usar el standby no va a prolongar la vida de las válvulas"
(Stephen Cowell).

 
"El interruptor de standby es la manera de mantener tu amplificador listo para los cambios de equipo y silenciarlos. Ha habido millones de equipos electrónicos a válvulas que nunca necesitaron de botón de standby (televisiones, equipos hifi...) y nunca tuvieron problemas por eso. De hecho ha habido más problemas con válvulas en el momento de desconectar el standby que calentando incorrectamente el amplificador antes de tocar. Y si, un amplificador suena mucho mejor después de que las válvulas se hayan calentado del todo, pero no hace falta tener el standby conectado para hacerlo, la mayoria de amplificadores Shaw seguirán produciéndose con botones de standby por nuestra conveniencia." (Kevin Shaw - Shaw Audio).


En lo que respecta al stripping del cátodo (Cathode Stripping), Roland hizo esta excelente puntualización:
 

"Durante los años 40, 50 y 60, el mejor sonido que habíamos oído procedía de las máquinas Juke Box. Estas máquinas estaban paradas todo el día, toda la semana, durante años en la esquina de un Café, esperando su moneda. Estaban en standby. Las válvulas estaban precalentadas en el transformador principal del Juke Box. El amplificador tenía un transformador principal que se apagaba y alimentaba la válvula rectificadora para que estuviera caliente (generalmente una 5U4), cuando ponías la moneda, el transformador del amplificador se encendía y empezaba a sonar en unos 5 segundos más o menos, el tiempo suficiente para que el disco estuviera listo para sonar. Esto significa que las válvulas estaban calentadas de manera continua, la intoxicación del cátodo era un problema cuando tenías que poner un juego nuevo de válvulas en la máquina cada 30 o 40 años."



Trace Davis, jefe de Voodoo Amplification entró con esta maravillosa visión:
 

"Cuando se trata de la fabricación de amplificadores a válvulas es mucho más fácil y más rápido incluir un botón de standby que lidiar con correos electrónicos diarios y llamadas telefónicas de gente que preguntan ' ¿Por qué no hay ningún interruptor de standby en mi amplificador? Mi técnico dice que es malo para las válvulas'. Así que te puedes imaginar tener que lidiar a diario con llamadas y emails de este tipo consume bastante tiempo, por lo que en consecuencia la mayoría de las empresas de amplificadores siguen fabricando sus amplis con botón de standby ya que es más rentable en el fondo. ¿Un amplificador suena mejor una vez han llegado sus válvulas a su temperatura correcta y el bias está configurado correctamente? En mi humilde opinión si, así que una vez que desconectes el standby de tu amplificador y lo pongas para sonar, le llevará sólo un minuto (dependiendo del diseño y cuanto tiempo lleve encendido) que el tono sea lo suficientemente consistente."


Para apoyar esto, Roland dijo:
 

"Trace lleva razón cuando dice que el amplificador sonará mejor cuando está caliente -que las válvulas calentasen-, pero no alcanzarán su calentamiento total hasta que el cátodo no lleve al menos entre 2 y 5 minutos funcionando. Esto es actualmente testeable y no es sólo una especulación".


Así que como conclusión, podría resumir todos los comentarios de los fantásticos fabricantes de amplificadores y técnicos que han contribuido a este texto y lo haré en un lenguaje que todo el mundo pueda entender.

El botón de standby de tu amplificador no es más que un vestigio de Fender, que cuando diseñó sus amplificadores estaba más atento a los vestigios de los primeros días de la reparación y la electrónica. En cuanto a un usuario normal, el botón de standby es bastante inútil. Es justo ahí donde la mayoría de guitarristas creen que su amplificador sonará mejor después de unos minutos encendido con el standby conectado y luego lo desconectan consiguiendo Cathode Stripping o intoxicación del cátodo, ¿quieres correr el riesgo? Pues yo no lo voy a hacer, y no voy a correr el riesgo de ello mientras que mi amplificador no esté en uso dejándolo con el botón de standby conectado. Voy a apagarlo, y por favor no encendáis vuestro amplificador sin tener ningún altavoz conectado a él. Y si quieres algo a tu ampificador debes de esperar unos minutos a que las válvulas se enfrien si tienes que moverlo después de haberlo usado. Y por supuesto deja las reparaciones a los profesionales.

¿Quien dijo que las redes sociales sólo estaban llenas de gatos, política, gente con barba y fotos de gente comiendo?

COMO PRACTICAR GUITARRA SIN GUITARRA

Ya lo dice la canción de Sparks: “¿Cómo llego al Carnegie Hall? - Practica, hombre, practica”. No hay mejor forma de mejorar nuestra técnica guitarrera que, en fin, poniéndola en práctica, ya sea tocando canciones o focalizando un poco más el estudio con ejercicios prácticos enfocados a áreas concretas. Lo que viene siendo estudiar. Pero, ¿qué pasa cuando uno no tiene la guitarra cerca? ¿Es posible practicar sin tenerla entre las manos? ¿Acaso tiene sentido esta pregunta?

Curiosamente, sí, creemos que sí lo tiene. Y sí, también que la respuesta a las preguntas anteriores es también positiva. ¿Cómo es posible? Aquí van unos cuantos trucos o consejos para lograr eso que parece paradójico: practicar guitarra… sin guitarra.

Gimnasia de dedos
Seguro que has visto alguno de esos aparatos que casi parecen sacados de un gimnasio o una teletienda de madrugada. Diferentes casas los fabrican, y son prácticamente idénticos de una a otra: un artilugio que presenta varios mecanismos de muelles, uno por dedo, para que ofrezcan resistencia al pulsarlos. De esa forma, uno puede, mientras ve la tele, viaja en transporte público, o ve una película en un avión ejercitar y fortalecer esa herramienta fundamental en esto de la guitarra: los dedos, claro.

Porque, aunque a veces no lo parezca, tocar puede tener cierto componente gimnástico: bendings exigentes, notas alejadas, formas de acordes a lo Eric Johnson… Un poco de ejercicio puede ser muy útil, también, de cara a un concierto acústico, ya que las guitarras acústicas suelen ser bastante más exigentes a nivel físico con las manos de un guitarrista.

Coreografiando riffs
Muchas veces, alguna figura se nos resiste a la guitarra y no acabamos de entender por qué. Aunque la visualizamos correctamente o la entendemos sobre una partitura, los movimientos no acaban de estar automatizados. Y al tocarla, aparecen fallos, dedos que se mueven cuando no es su momento, etc. la forma de combatir esto es, básicamente, practicar los movimientos despacio al principio, fijando esa coreografía digital, para subir la velocidad poco a poco. Pero, ¿podemos hacerlo sin guitarra?

La respuesta es sí, se puede. Y es posible hacerlo sobre casi cualquier superficie. Basta con tener los movimientos memorizados y, precisamente, centrarse en ellos sin pensar en la música, solamente en qué dedo viene después de cuál. No es lo ideal, pero, a veces te sorprenderá comprobar que algún riff complicado consigue dominarse forzando de esta manera la memoria muscular que generalmente se desarrolla de forma inconsciente. Y lo mismo ocurre con las escalas.

Lecciones en vídeo
He de confesar que, con alguna de las bandas de versiones en las que estoy involucrado, a veces me resulta imposible sacar el tiempo necesario para practicar en casa las canciones que hay que montar luego en el local de ensayo. En más de una ocasión, no obstante, he descubierto que un buen video-tutorial puede ser suficiente para asimilar un tema y no presentarse ante el grupo sin los deberes hechos. Se puede aprender mucho observando atentamente cómo toca otra persona. Aunque nunca sustituirá a hacerlo uno mismo, no hay que subestimar la utilidad de pasar un rato, cuando no se puede agarrar la guitarra, estudiando vídeos de todos esos otros guitarristas altruistas que suben sus “cómo tocar…” a canales como Youtube.

Estudiar partituras
Aunque esto pueda sonar a otra época, en pleno siglo XXI tenemos unas cuantas herramientas que han convertido el estudiar una partitura en algo más que mirar un papel y escuchar la música en tu cabeza (algo que, en cualquier caso, para muchos guitarristas no es tan sencillo). Hoy en día, las partituras que ofrecen algunos programas de software suenan. Y puede ser tan práctico ir siguiéndolas mientras escuchamos la música como estudiar uno de esos vídeos de los que hablábamos en el punto anterior. Igualmente, el conocimiento solo se afianzará una vez toquemos el tema, pero si uno está ya un poco curtido, probablemente será capaz de empezar a hacerlo tras estudiar la partitura musical. Además, esto nos servirá también para ver, en notación, cómo se construyen figuras y riffs.

Visualizar
En esta misma línea, el paso siguiente es tirar directamente de imaginación y memoria. Y no dudes de lo práctico que puede ser, simplemente, visualizarse a uno mismo tocando ese tema que se resiste. De algún modo, nuestra cabeza asimila movimientos y patrones al hacerlo, que luego aparecen más claros al trasladarlos al mástil de la guitarra. Y esto es algo que puedes hacer en cualquier momento: en un atasco en el coche, sentado en el vagón de metro o el autobús, o mientras haces la compra. Pensar en cómo tocar la guitarra nunca es pensamiento ni tiempo perdido. ¡Te lo aseguramos!

TRUCOS PARA OIRTE EN TUS SOLOS

A todos nos ha pasado: estamos en mitad de un concierto, llega ese solo en el que lucirse (lo justo, que no nos gusta presumir, solo un poquito), o esa parte solista tan condenadamente vital para el tema de turno, y cuando pasas de aporrear acordes o tocar un riff a volar de nota en nota... ¡no se te oye! Puede, incluso, que hayas pisado con furia tu pedal-favorito-de-sonar-como-un-guitar-god, y en lugar de sonar mejor, hayas desaparecido en la mezcla... 
 
El problema es que tal vez suenes mejor si se te escuchara a ti solo, pero por diversos motivos, tu sonido es devorado por el resto de instrumentos en la banda. O, simplemente, no estás aplicando el volumen necesario para hacerte oír. O, muy probablemente, se trate de una mezcla de ambas, y que provoca no pocos dolores de cabeza entre guitarristas solistas en la carretera. Veamos algunas formas de dar un paso al frente cuando llega ese momento en el que realmente hay que estar al frente, para que puedas probar diferentes opciones hasta dar con la que funcione en tu situación particular.
 
Con el volumen al once
Es lo más evidente, para qué nos vamos a engañar. Si tu sonido te gusta como está, y lo único que necesitas es que se te oiga un poco más, busca una forma de aumentar tu volumen. Pero para esto hay muchas opciones. Por ejemplo:
 
Control de volumen
Vale, nuestro pedacito de sabiduría guitarrera de hoy es éste: tu guitarra tiene controles de volumen (¡y de tono!), así que, ¡úsalos! Existe una tendencia evidente a situar tus potes en la guitarra al 10 y rockear sin mirar atrás (o abajo). Pero esto no es necesariamente la mejor opción, ni la más útil. Podrías, por ejemplo, intentar obtener tu tono principal, general, o rítmico, con el volumen de tu guitarra al 6 ò al 7, y añadir o quitar en función de tus necesidades en tiempo real. Esto lo vienen realizando guitarristas famosos y legendarios desde los orígenes de la guitarra eléctrica (fíjate en cualquier vídeo de Hendrix o Gary Moore, y verás cómo sus dedos no paran de alcanzar cada dos por tres sus controles de tono y volumen). Así, cuando llegue el momento de tu solo, solo tienes que subir el volumen de tu guitarra al 10 y dejarte llevar por el sonido salvaje que alcanzarás.
 
Eso sí, ten en cuenta que al aumentar el volumen de tu guitarra, lo que estás haciendo en realidad es aumentar la ganancia, lo que puede significar cambios en la cantidad de overdrive o distorsión de tu sonido. Y tal vez no sea esto lo que buscas exactamente.
 
Pedal de volumen.
Aunque son unidades cuya función depende mucho de dónde se sitúen en tu cadena de efectos, uno de sus usos es, por supuesto, el de regular el volumen general. Si lo sitúas al principio, se comportará básicamente como el pote de tu guitarra. Pero si lo sitúas al final de tu cadena de efectos, o justo después de tus pedales de overdrive y distorsión (si es que ésta proviene principalmente de pedales), afectará muchísimo menos o nada (según el headroom de tu ampli) al timbre del sonido, y simplemente regulará el volumen. Puro y duro. Pruébalo: es una buena forma, por ejemplo, de tener un sonido distorsionado pero con menos volumen, para una intro, por ejemplo, y hacer que el sonido estalle al arrancar el tema pero sin añadir más ganancia. Y, ya de paso, te permitirá jugar con las colas de tu delay, si el pedal de volumen está entre éste y los de overdrive y distorsión.
 
Booster para todos
De forma similar al pedal de volumen, existen muchas unidades cuyo único efecto es añadir más volumen. De nuevo, si tu ganancia proviene principalmente de pedales, al situar el booster al final de la cadena, obtendrás solo esos decibelios más que necesitas para hacerte oír...
 
El problema viene cuando tu ganancia, es decir, tu distorsión, está generada directamente en el ampli. Si no tocas con un sonido de amplificador limpio, un booster añadirá más ganancia y, por tanto, distorsionará más el timbre. Y aun partiendo de un sonido limpio, si tu ampli no tiene mucho headroom, esto ocurrirá igualmente. Bien es cierto que un booster limpio no coloreará tanto el sonido como un overdrive. No hablemos ya de un pedal de distorsión, por supuesto. Pero esto hay que tenerlo en cuenta, aunque el efecto de un booster contra un ampli calentito y poco headroom, o antes de tus pedales de distorsión, puede ser muy interesante, engordando tu sonido y aportando un poco más de volumen...
 
Si no quieres el plus de ganancia, una opción alternativa, en el caso de que tu ampli tenga loop de efectos, es colocar el booster directamente en él, para que su acción ocurra sobre la etapa de potencia, y no la de pre amplificación. Si lo combinas con un pedal de volumen, las posibilidades son muchas, aunque deberás asegurarte de que el pedal de tu elección es compatible con el loop de efectos de tu ampli.
 
Cóctel de canales
Si tu amplificador tiene varios canales, es probable que todo esto que te hemos contado no te interese demasiado. Con dos o más canales, este escenario puede tener una solución tan simple como emplear un canal para tus partes rítmicas, y otro para tus momentos solistas. Ten en cuenta cuestiones de ecualización y cantidad de distorsión si aún así no acabas de encontrar tu hueco en la mezcla: intenta aumentar tus medios, o aligerar un poco la distorsión de tu canal solista, ya que ésta puede emborronar el sonido más que empujarlo hacia adelante. No obstante, combina todo lo anterior con varios canales, y tus posibilidades sonoras se disparan...
 
Al rico efecto
No, no vamos a comenzar ahora una nueva entrega de nuestra serie de artículos sobre pedales de efectos, pero sí apuntar un par de cosas relacionadas con ellos... Primero, una opción alternativa al amplificador con varios canales, y al concepto de booster y controles de volumen, es el usar un par de pedales de distorsión para tus diferentes partes en un tema: uno configurado como tu sonido rítmico, y otro para tu distorsión solista. Ésta puede ser una combinación de ambos pedales. Por ejemplo, un overdrive con la ganancia al mínimo y el output altito, puesto después del pedal rítmico, para que levante el sonido pero no añada ganancia al otro pedal (aquí entra en juego la importancia del orden de colocación en overdrives y  distorsiones). Pero también puede ser un pedal completamente distinto: con algo de práctica, puedes activarlo al mismo tiempo que desactivas el otro de un mismo pisotón (siempre y cuando estén uno al lado del otro, o seas un auténtico bigfoot).
 
Tampoco hay que desdeñar la utilidad de otros efectos, especialmente un buen delay configurado para que tu sonido se convierta en gigante.
 
El ecualizador
Por último, lo hemos apuntado al hablar de los varios canales de un ampli, pero aquí vamos a centrarnos en una unidad de efectos que no recibe todo el cariño que debería: los pedales ecualizadores. Guitarristas como Tom Morello o Josh Homme seguro que podrían contaros mucho de lo bueno que tienen que ofrecer estos pedales, a veces olvidados, ya que los incorporan por sistema en sus equipos. Su ventaja radica en dos frentes: por un lado, prácticamente todos ofrecen de serie un boost limpio con el que ganar varios, o muchos, decibelios (aplíquese aquí todo lo que comentábamos antes sobre dónde y por qué ubicar un boost limpio). Por otro lado, como su propio nombre indica, presentan varias bandas de ecualización, que nos permitirán esculpir nuestro sonido para ese momento concreto en que lo necesitemos, que bien puede ser, precisamente, un solo, o un arreglo solista determinado. ¡Adopta un pedal ecualizador y lo agradecerás!
 

Se nos acaba el verano, y aunque no suele ser habitual este tipo de artículos en esta sección, se nos ha ocurrido adjuntarlo aquí, para disfrute del personal.

Este año hemos disfrutado de los mejores y más guapos bañadores de la historia. No dejan lugar a la duda de tus gustos musicales y creo que tanto para ellas, a las que les quedará genial, como para ellos, que disfrutarán de llevar a su lado a su chica con un bañador de estos, serán fuente de inspiración.

FABRICATE TU PROPIA PEDALERA

¿Cansado de cargar con pedales de concierto en concierto, tener que conectarlos uno a uno, revisar pilas y tener que desparramarlos por el suelo sin demasiado orden? ¿Agotado de sufrir cómo se mueven de su sitio al mínimo entusiasmo sobre las tablas si no llevas un cable extra-largo o pisas demasiado fuerte? Bienvenido a tu nueva necesidad: una pedalera.

 
Sí, precisamente eso que te permitirá llevar tus pedales ordenados, asegurados, pre-montados y enchufados, facilitándote la vida y, por qué no, arruinándotela al mismo tiempo porque te resultará todo tan cómodo que, demonios, podrás llevar más pedales a tus shows. Tranquilo, no hace falta que nos lo agradezcas.
 
Hay dos aspectos principales que debes tener en cuenta cuando quieres montar tu propia pedalera. Por un lado, el aspecto más etéreo del tono: qué efectos necesitas, cuáles simplemente quieres, y cómo colocarlo todo para que tu sonido sea el que realmente buscas. Y, por otro, está el apartado puramente logístico: dónde y con qué monto la pedalera, qué cables uso para conectar pedales, cómo los alimento, etc.
 
En lo primero no vamos a extendernos, ya que tenemos otros artículos aquí mismo donde hemos hablado de ello. Solo unas líneas generales que se pueden resumir en una máxima: menos es más. Cuando se trata de tono, pedales y, por tanto, circuitos eléctricos, cuando menos cable tenga que recorrer tu señal, más pura será. Si de lo que se trata es de conservar el timbre de tu instrumento, claro... Esto incluye metros de cable, propiamente dicho, y circuitería de pedales. Por tanto, intenta que todos los efectos que llevas a tus conciertos sean imprescindibles, evitando así colorear tu señal demasiado simplemente porque sí. Lógicamente, también te recomendamos comprar cable de la mejor calidad posible, tanto para conectar tu instrumento y ampli con la pedalera, como para enchufar cada pedal entre sí. Si es una opción viable, más vale no escatimar en gastos, ya que mejorará tu sonido pero también la fiabilidad de todas tus conexiones.
 
Otro aspecto de este apartado sería el orden de tus pedales. Para esto hay cientos de escuelas y tendencias que van cambiando de vez en cuando. Lo generalmente aceptado es que tu afinador aparezca pronto en tu señal (para evitar que un efecto pueda afectar a su lectura), así como pedales tipo vintage, que necesitan “ver” bien de cerca las pastillas de tu guitarra: fuzz, vibe... Si usas fuzz, ten en cuenta también cómo interactúa con tu wah-wah (si lo usas), ya que ambos deberían estar al principio, y un wah frente a un fuzz a veces provoca efectos no deseados. Tras éstos vendrían, habitualmente, tus boosters, overdrives y distorsiones, ordenados a tu gusto, según interaccionen entre ellos y los sonidos que quieras conseguir. Y a partir de aquí todos los efectos que “pintan” sobre tu señal: chorus, flanger, phaser, armonizadores, y, al final, delay y reverb (aunque, si puedes, sería interesante usar estos en el loop de efectos de tu ampli). 
 
De todos modos, el único orden correcto para los pedales, es aquél que te permita conseguir los sonidos que buscas. Así que lo que toca es probar, probar y probar decenas de posiciones hasta obtener el orden que te satisfaga, teniendo en cuenta que, cuantos más pedales emplees, más compromisos serán necesarios.
 
El otro apartado del que hablábamos, el puramente logístico, mucho nos tememos que también puede convertirse en un inmenso océano de posibilidades. El objetivo de montar una pedalera es tener todos tus pedales pre-montados, seguros y accesibles. Así que el primer paso consiste en elegir la superficie sobre la que montarlos. 
 
Para esto existen muchas opciones comerciales: fabricantes que ofrecen tablas o superficies, de diferentes materiales y tamaños, como base para tu pedalera. La ventaja es que ya vienen hechas, que la manufactura suele ser buena, que incorporan protecciones para el transporte (como flight-cases o  bolsas protectoras), que suelen estar hechas de materiales muy ligeros (aluminio) y a veces vienen con extras interesantes. Como las que incluyen fuente de alimentación, una inclinación determinada para acceder a todos los pedales, o un diseño que facilita las conexiones por debajo de propia superficie, mejorando la estética y evitando accidentes.
 
Lo malo es que el tamaño está predefinido por el fabricante, lógicamente, con lo que tendrás que amoldarte al espacio que te dan, que no tiene por qué ser necesariamente el que quieres, al alza o a la baja. La solución sería, pues, el fabricarte tú mismo tu pedalera. No es difícil, ya que con un poco de maña y un puñado de materiales baratos de cualquier gran almacén de bricolaje puedes tener la tuya hecha en pocas horas. Nuestra recomendación es elegir material ligero para la superficie principal (contrachapado, aglomerado), y usar listones y/o pequeñas patas de goma (que, además, evitan que resbale) para inclinarla y facilitar el acceso a todos los pedales.
 
Podrías partir, por ejemplo, de un estuche de teclado (que son baratos), si necesitas muchos pedales, que te servirá luego como caja protectora. O de un maletín que tengas en casa, a partir del cual fabricar la tabla de la pedalera con las medidas que necesites y encajen en la funda o caja protectora que hayas elegido (a la que puedes pegar espuma protectora si es necesario). Ensambla la pedalera, dale un buen acabado (una mano de pintura negra, por ejemplo, para que pase desapercibida en el escenario), y ya puedes empezar a echarle pedales encima.
 
A la hora de fijar éstos a tu pedalera la mejor opción sigue siendo el velcro. Velcro negro con el que puedes forrar la superficie de la pedalera, y pegar tiras en la base de los pedales. Es muy seguro, y fácil de quitar de tus efectos si en algún momento necesitas deshacerte de ellos. 
 
Finalmente, nos parece indispensable para rematar la faena una fuente de alimentación. Diferentes fabricantes ofrecen algunas de altísima calidad, por precios que se amortizan rápido, si tenemos en cuenta lo que cuestan las pilas y el disgusto que pueden provocar con su tendencia a agotarse en el peor momento posible. No uses pedales a pilas en una pedalera siempre que sea posible, ya que el simple hecho de tener conectado un jack a su entrada hará que ésta vaya vaciándose. Si tu arsenal es modesto, una simple regleta pegada también con velcro en la misma pedalera con los adaptadores de tus pocos pedales conectados, también te ofrecerá la misma estabilidad y seguridad.
 
¡Y ya está! Recuerda en tus decisiones que el objetivo es poder transportar todos tus pedales de una forma segura, que el montaje antes del concierto sea rápido (echar la pedalera al suelo, enchufar y listo), y que todos los pedales estén asegurados (y no salgan disparados al menor pisotón) y fácilmente accesibles. Ah, sí, claro: precisamente por esto, ¡no los juntes demasiado! A no ser que tengas pies de bailarina...

NO OLVIDES LA CINTA AMERICANA

¿Repasamos la lista de imprescindibles para tu próximo concierto? Veamos: llevas tu ampli, tu guitarra y tus pedales. Check. Cuerdas de repuesto por si hay una emergencia (cuando no, directamente, una guitarra extra). Check. Herramientas para cambiar las cuerdas a toda velocidad. Check. Púas de sobra. Check. Cables de repuesto, para el instrumento y los pedales. Check. Pilas nuevas en los que corresponda y de recambio por si al bajista se le ha olvidado las suyas (algo demasiado habitual...). Check.
 
Aparentemente está todo. Pero... ¿lo está? Ya te decimos nosotros que no lo está. En esa lista básica falta un elemento que fácilmente podría convertirse en el auténtico salvador de un concierto: la cinta americana. Un producto muy poco musical pero que, la experiencia nos lo ha enseñado, puede llegar a ser el mejor amigo del músico.
 
Existen en realidad dos tipos: la cinta americana propiamente dicha (duct o duck tape, en inglés), y la cinta gaffer. La primera es la más común, aunque ambas se caracterizan por ser fácilmente rasgables con la mano, tener una adherencia y resistencia descomunal y, al mismo tiempo, despegarse con facilidad. La principal diferencia es que la cinta gaffer se quita algo más fácilmente y no deja residuos, algo que la ha convertido en básica en platós, escenarios y montajes de más diverso pelaje. Sea cual sea el caso, hay un dicho bastante habitual que viene a decir que existen dos tipos de músicos en directo: el que lleva cinta americana, y el que termina corriendo a su casa a buscarla. ¿Quieres saber por qué?
 
Evita que tu guitarra se suicide
Si no puedes gastarte el dinero en unos enganches de seguridad como mandan los cánones para tu adorada guitarra, y temes que ésta se suelte de la correa y salga volando en los momentos más intensos de tu actuación, o caiga a plomo sobre las tablas en el momento menos pensado, harás bien en recurrir a la cinta americana. Lo habrás visto decenas de veces en conciertos y en vídeos musicales, la clásica guitarra forrada de cinta allí donde la correa la sostiene. Lo cierto es que, aunque un poco guarrete, es un sistema 100% seguro: jamás se te caerá, te lo aseguramos. Y, además, da un look un tanto punk que tampoco está nada mal, si es que ése es tu rollo.
 
Permite anclar una batería al suelo 
En serio. Así de potente es la cinta americana, y lo puedo afirmar por experiencia propia. Recuerdo un concierto en el que nos dejamos la típica manta que se coloca debajo de la batería para evitar que ésta haga excursiones no deseadas cuando el animal de tu baterista golpea el bombo como si en lugar de marcar el ritmo tuviera que hacer una prospección en busca de petróleo. Se trataba, además, de un suelo  de parquet bien encerado en un salón de actos. ¿La solución? La fijamos al suelo con cinta americana, forrando las patas del bombo y todos los elementos que podrían resbalar. Nada se desplazó ni un mísero milímetro...
 
Reparaciones eléctricas provisionales
Un cable roto es algo fácilmente subsanable si tu lista de “por si acasos” se parece a la del primer párrafo. Pero, ¿qué me dices de dos cables rotos? ¿O de un cable interno en un pedal o un instrumento (especialmente si es activo)? Éstas cosas pasan, y siempre en el momento menos adecuado (como cuando estás de gira, has pecado de novato y, además, todas las tiendas están ya cerradas para buscar una solución pagando). Es ése el momento en el guitarrista se convierte en el héroe, pero no por los solos, sino por llevar ese bendito rollo de cinta americana con que empalmar, aunque sea provisionalmente, una conexión eléctrica. ¡Tú tienes que ser ese tío!
 
Para disimular cables, y evitar accidentes
Otro de los usos más comunes y, aunque parezca una tontería, vitales de la cinta americana o gaffer: ocultar tiradas de cable en el escenario o en el local en el que tenga lugar el concierto. No solo es que quede todo más aseado y estético, es que si dedicas un rato a sellar con cinta los cables que recorren el suelo, podrás evitar más de un accidente que, según el caso, puede ser fatal de necesidad. No nos referimos a muerte y destrucción apocalíptica, pero sí a un tropiezo que puede acabar contigo de cabeza entre el público o, con tu guitarra aplastada contra el suelo. Por ejemplo. No tropezar, he ahí la cuestión.
 
Tratamiento de micrófonos
¿Harto de que ese micrófono se venga abajo cada vez que te acercas a él para cantar? Pues dale un buen tratamiento de cinta americana y te aseguramos que no se volverá a mover de su posición por muy tímido que sea. Lo mismo con pies de micro rebeldes (¡la pesadilla de cualquier técnico!): usa y abusa de la cinta americana para poner a cada uno en su sitio.
 
Sujeta púas “do it yourself”
¿Cansado de tener que correr hasta tu ampli para coger una púa en un momento de necesidad? ¿Demasiado pobre para comprar un sujeta púas de ésos adhesivos, o de los que se colocan en un pie de micro? Usa un trozo de cinta americana en algún lugar al alcance del cuerpo de tu guitarra, y coloca ahí tus púas de emergencia. Fácil, accesible y desechable tras cada concierto.
 
Fijar el setlist al suelo
Y terminamos con un clásico, este sí, absolutamente indispensable: fijar ese folio con el setlist al suelo del escenario, bien visible. ¿Acaso crees que una hoja suelta durará demasiado tiempo en su sitio sin ayuda? Recuerda: la cinta americana es tu amiga.

CUIDA TUS VALVULAS

 

¿Otra vez con las válvulas? ¿Otra vez con una tecnología de hace décadas que solo seguimos usando los músicos – algo que seguro que haría añicos la lógica de cualquier historiador científico? Mucho nos tememos que sí, porque, a fin de cuentas, esos tubitos de vacío siguen siendo poblando nuestros escenarios, estudios y locales de ensayo por muchos años que pasen y muchos emuladores digitales (cada vez más espectaculares, todo hay que decirlo) que se diseñen.

Ya hemos hablado varias veces de ellas, las válvulas, de por qué son la elección de muchos guitarristas (por su sonido, por el contenido armónico que añaden al distorsionar, etc.) y hasta de qué tipos y modalidades existen y el timbre que puedes esperar de ellas. Pero también hemos advertido que los circuitos basados en válvulas son relativamente frágiles porque, en fin, las válvulas son componentes especialmente delicados. Así que si lo tuyo es tratar a tu amplificador como si de un tanque en pleno campo de batalla se tratara, mejor busca en otro lado. Pero si quieres tener una relación duradera y satisfactoria con estas chicas tan delicadas pero de voz hipnóticamente melosa, sigue cuidadosamente estos consejos.



Usa el stand by de tu ampli
Primera recomendación: si tu amplificador lo tiene, usa el switch de stand by profusamente. Muchos guitarristas poco acostumbrados a amplis de válvulas suelen ignorar este interruptor. Y también es muy común el caso del típico músico inexperto que llega a una prueba de sonido para un bolo en el que le prestan el equipo (ya sea la sala o el guitarrista de la banda con que comparten cartel) y no tiene ni idea de para qué sirve ese botón.

La explicación sencilla, sin meternos en especificidades muy técnicas, es que lo que hace el stand by es situar a las válvulas en (como su nombre indica) espera. Es decir, a las válvulas les llega corriente, pero solo la mínima para que se mantengan en el estado de trabajo óptimo. De esta forma estarán listas cuando lleguen los primeros voltajes provenientes de tus porrazos sobre la guitarra, evitando un sobre esfuerzo excesivo. Ya les exigimos que trabajen más allá de sus límites para generar distorsión, y de esta forma al menos hacemos que el abuso sea un poco más llevadero. Por tanto, es recomendable encender un ampli de válvulas siempre con el stand by activado, dejar que se aclimate durante un minutillo, y entonces levantar el stand by para que nuestro ampli suene. Del mismo modo, cuando lo apaguemos, es mejor colocarlo primero en stand by, dejar correr otro minuto, y entonces apagarlo del todo.

Otra aplicación lógica derivada de este concepto es que, durante los períodos más o menos largos en que no toques, al colocar el ampli en stand by, las válvulas estarán preparadas pero sin recibir corrientes innecesarias. Con lo que no trabajaran en balde, ya sea porque están en línea o porque (aún peor) apagas y vuelves a encender el amplificador (con lo que tienen que volver a alcanzar ese punto desde cero y recibir las corrientes de nuevo de sopetón). Piensa en cambios de guitarra, excursiones al baño durante el ensayo, pausas durante un concierto, etc. De esta forma estarás preservando la vida útil de las válvulas.

Dales tiempo para calentar...
De todo esto se desprende que las válvulas necesitan alcanzar un nivel determinado para funcionar como esperamos que lo hagan. Y que a ese punto solo se llega si les damos tiempo para hacerlo. El stand by es en realidad una medida de protección, pero es el mejor método para permitir que las válvulas “se calienten” sin que sufran demasiado desgaste. En cualquier caso, con o sin stand by, lo ideal es que enciendas tu amplificador y les des un tiempo a las lámparas para que entren en calor, tanto metafóricamente (es decir, que alcancen ese nivel de trabajo) como literalmente (porque notarás que desprenden calor mientras están en funcionamiento).

….pero no te pases
El calor significa, como decimos, que las válvulas están funcionando. Así que es un buen indicativo de que ésta están alcanzado su punto óptimo. ¡Pero tampoco hay que provocarlo! El calor es una consecuencia inevitable de su uso, pero eso no significa que sea bueno: asegúrate de que el ampli tiene ventilación, y que no se sobrecalienta de forma excesiva. Porque, en realidad, el calor excesivo sobre componentes electrónicos puede ser letal para ellos.

Déjalas enfriar...
De esta forma llegamos al siguiente punto: tras su uso, déjalas enfriar adecuadamente. Especialmente si tienes que mover el amplificador. Desde aquí te damos un consejo que algunos querríamos haber recibido antes: nunca muevas un ampli de válvulas caliente. Y si tienes que hacerlo, que sea con más cuidado que el que dedicas a tu pareja en esos días difíciles. Un mal golpe o movimiento sobre un circuito de válvulas calientes puede ocasionar daños muy incómodos... y caros. Y si tienes que tocar las válvulas en caliente, por el motivo que sea, recuerda: ¡queman!

… pero no te pases
Si el calor excesivo no es bueno, el frío tampoco lo es. Y cuando nos referimos a que dejes que se enfríe, ¡no queremos decir que debe congelarse! Del mismo modo que no dejarías tu guitarra en el maletero de tu coche con temperaturas bajo cero (no, verdad), tampoco deberías dejar tu ampli expuesto a condiciones excesivamente frías. Imagina el cambio de temperatura tan radical que experimentaría su circuitería al pasar del ambiente frío al calor generado por sus válvulas (precisamente lo que pretende evitar el stand by). Es una receta para desastre seguro, así que, antes de conectarlo, asegúrate de que está a temperatura ambiente.

Protégelas de golpes
No solo deberían preocuparte los golpes y zarandeos cuando tu ampli de válvulas está caliente. La circuiterías de este tipo son ya de por sí bastante frágiles y delicadas. Las válvulas, sin ir más lejos, conectan con varios pines en su emplazamiento, conexiones que son un tanto de “mírame y no me toques”. Por no hablar de su composición interna, poco amiga de vibraciones. Por tanto, intenta llevar tu amplificador siempre con cuidado: usa cajas protectoras para transporte si te llega el presupuesto, y si vas a llevar tu combo a válvulas sobre ruedas, evita, por favor, los suelos irregulares y las vibraciones específicas. No serías el primero al que un pequeño bache le arruina una noche de concierto y envía su ampli al técnico.

Ojo con las impedancias
Otra de cajón, pero aquí va: si en tu altavoz pone que debe recibir una carga de 8 ohmios, haz el favor de conectarlo a la salida de 8 ohmios de tu amplificador. Lo contrario supondría un estrés innecesario, y que puede resultar fatalmente excesivo, para tus válvulas de potencia y el transformador de tu amplificador (que no solo se desgastan, sino que podrían fallar). Ahora bien, generalmente, no debe ocurrir nada por conectar un altavoz de 8 ohmios a una salida de 4 ohmios. Es decir, desde el ampli puedes conectar de forma ascendente, esto es, que éste “vea” la misma carga que pide o más (desde tu salida de 4 ohmios a un altavoz de 8 ó 16, o de tu salida de 8 a uno de 16, etc.). Pero hacerlo al revés (conectar un altavoz de 4 ohmios a  la salida de 8 de tu ampli) puede ser fatal. Lo ideal, en cualquier caso, es casar impedancias y no jugársela.

ELIGE TU ALTAVOZ

Hemos hablado por aquí en varias ocasiones de la importancia del altavoz en la configuración de nuestro tono o timbre personal. Ya sabes, ese sumatorio de nuestra técnica y todos los elementos que componen nuestra cadena de sonido: guitarra, cuerdas, pastillas, cable, pedales, ampli, válvulas y, por supuesto, el elemento final, el altavoz, que es el que en definitiva convierte el voltaje en que transmutó nuestro sonido de nuevo en ondas sonoras.



Cada altavoz, por tanto, en función de su diseño, materiales, tamaño, etc., tendrá unas características tonales diferentes. Es decir, una respuesta determinada a lo largo de todo el espectro de frecuencias – del mismo modo que ocurre con los micrófonos – que provocará que el contenido en graves, medios y agudos que cada uno impulsa en el aire difiera lo suficiente como afectar más o menos notablemente a nuestro sonido final. De ahí el sumo cuidado que los fabricantes, por norma general, prestan a la elección de uno u otro para sus combos o pantallas, y la configuración de ciertas tradiciones en torno a modelos concretos y su idoneidad o no para determinados géneros.

Todo esto es lo que se denomina sensibilidad. Pero hay otro factor al que debemos prestar atención cuando nos decantamos por un altavoz u otro y que no siempre se tiene en cuenta: la eficiencia. Bajo esta denominación nos referimos al volumen, medido en decibelios, que entrega un altavoz determinado, medido siempre a un metro de distancia y con una potencia detrás de 1 vatio. Así, encontraremos en las especificaciones de los diferentes altavoces figuras que suelen rondar entre los noventa y tantos y los ciento y pico decibelios.



Más allá de ser otro dato más en la lista de especificaciones, que muchas veces leemos en diagonal, la eficiencia nos podrá ser especialmente útil en dos situaciones muy concretas: por un lado, para conseguir que un amplificador de potencia determinada entregue más volumen. Por ejemplo, en el caso de un ampli de pequeño vataje que queremos poder usar en directo. Pero, por otro lado, la eficiencia nos indicará también el camino para conseguir justamente todo lo contrario.

El por qué de lo segundo lo veremos en seguida. En cuanto a lo primero, la ecuación en realidad es muy simple: tienes un ampli de 15W, por ejemplo, que entrega tanto volumen en dB con un altavoz de una eficiencia determinada. En caso de que este amplificador se te quede corto para hacerte oír con el animal de tu baterista dándolo todo (con todo el cariño para los bateristas del mundo), podrías probar a cambiar el altavoz por uno con una mayor eficiencia, de forma que ganaras un puñado de decibelios en tu nivel de salida. Pasar de una eficiencia de 95dB a 100dB puede marcar la diferencia entre un amplificador que solo puedes usar como herramienta de práctica, a uno realmente útil para usar en directo o en tu local de ensayo. Recuerda, además, que esos 100 dB de las especificaciones se refieren a 100 dB por cada vatio de entrada que recibe el altavoz: en este ejemplo, el volumen de salida podría llegar a casi 112 dB con 15W y el altavoz de mayor eficiencia, calculando los decibelios resultantes.

El camino inverso puede resultar a su vez muy interesante. Hablaríamos de un caso en que un amplificador de mucha potencia no puede emplearse en su punto dulce debido al volumen descomunal de salida que entrega. En esta situación, reemplazar su altavoz (o altavoces) por uno de menor eficiencia puede ser la solución para poder usar ese ampli a pleno rendimiento sin aniquilar los tímpanos de tus compañeros de banda o las primeras filas del público que ha acudido a tu concierto en ese pequeño local en el que soléis tocar cada fin de semana. Piensa que un amplificador de 100W a través de un altavoz con una eficiencia de 100dB podría alcanzar fácilmente los 120dB de salida: ¡una burrada! Pasar a un altavoz con una eficiencia menor podría domar un poco ese volumen salvaje con que aturdes a tu audiencia, permitiéndote saturar tu ampli como sus válvulas piden a gritos.

Otras consideraciones
Llegados a este punto, no está demás añadir a la ecuación otro tecnicismo que encontramos habitualmente en las características de un altavoz: su potencia, que en realidad se refiere a la potencia de entrada que es capaz de soportar. En tu búsqueda del altavoz perfecto te encontrarás con toda clase de cifras: 15 vatios, 25, 30, 40, 65, 80... que son un indicativo de cuánto puede soportar el cono antes de resultar dañado o, cuando menos, generar su propia distorsión. Ésta puede ser deseable o no, en función de tus preferencias y el sonido que estés buscando para un género determinado. Muchos tonos clásicos incorporan una buena dosis de distorsión de altavoz, mientras que ciertos estilos precisan que aquél sea lo más cristalino posible y traduzca el sonido el amplificador de forma completamente transparente. En cualquier caso, el altavoz de tu elección debería tener siempre una capacidad igual o superior a la potencia de salida de tu ampli: cuanto más alta, menos probabilidad de distorsión del cono tendrás en tu cadena.

MADERAS EN LA GUITARRA

Artículo para ayudarte a entender mejor qué es el tono, de dónde viene, a dónde va, y cómo acercarte cada vez más a ese que te trae loco.

Cuenta Dave Hunter en su libro Guitar Rigs – Classic Guitar & Amp Combinations, que en el paso de finales de los 70 a principios de los 80, escuchó en demasiadas ocasiones la siguiente afirmación: “Demonios, podrías poner un buen juego de pastillas a una tabla de madera y podrías ahorrarte un montón de problemas y dinero”. Eran, dice Hunter, los tiempos en que las pastillas ‘hipermusculadas’ estaban poniéndose de moda, cuando muchos – salta a la vista – consideraban que para conseguir El Tono, uno debía concentrarse básicamente en ellas y no echar demasiada cuenta de toda esa retahíla de elementos que, en entregas pasadas, vimos que pueden afectar – y de hecho afectan – al tono final de nuestro instrumento.

 

Dave propone, no sin cierta sorna, comprar pues una Les Paul de finales de los 50, de esas que superan los 100.000 euros en el mercado vintage, quitar sus celebradas PAF, montarlas en un tablón (con su puente, afinadores y cuerdas) y atacar las cuerdas del nuevo instrumento. Por supuesto, ni Hunter ni nosotros esperamos que lo hagas, y te puedo asegurar que NO lo hemos hecho. Pero, aunque Jack White pudiera matizar todo esto con esa demostración que hace en el documental It might get loud – donde construye en unos minutos algo parecido a una guitarra con una tabla, una botella de Coca-Cola, una cuerda y una pastilla -, lo cierto es que todos podemos imaginar que los resultados no serían exactamente satisfactorios. O, al menos, que el tono de esa Les Paul distará mucho del de la tabla con las mismas pastillas.

Así pues, asumiremos de nuevo que todos aquellos elementos que enumeramos son importantes. Y añadimos: entre ellos, uno de vital importancia, íntimamente ligado con el diseño (características, formas, etc.) de la guitarra, es la madera con que ésta se construye. Bien es cierto que podríamos continuar el repaso a los elementos del tono por el lugar en que empieza – las cuerdas – pero lo dejaremos para cuando repasemos el resto de elementos mecánicos de la guitarra. Hablemos un poco de maderas, primero.

Sonido con cuerpo
La verdad es que toda esta polémica que apunta Dave Hunter con las pastillas debería haber perdido fuerza rápidamente ante una consideración: como heredera de sus predecesoras acústicas, parece de cajón que una guitarra eléctrica, su sonido, dependa en gran medida del material de su construcción.  Puede ser esperable cierta confusión ante el fenómeno eléctrico, pero si un acústica suena de tal manera en función de su madera, si el sonido final que escuchamos viene marcado por ella, las características del que llega a la pastilla eléctrica, de esa vibración que se transforma en señal y avanza por varios circuitos hasta el altavoz del amplificador, debe estar condicionado también por la madera. Por una sencilla razón: la madera está ahí para resonar, para, en primera instancia, amplificar esa vibración de las cuerdas.

Es sencillo: coge dos guitarras eléctricas y, sin enchufarlas, tócalas. El sonido que conseguirás será pequeño en cuestiones de decibelios, pero está ahí. Y rápidamente podrás notar diferencias entre uno y otro instrumento. Dave Hunter, en ese indispensable libro también apunta esto: esas diferencias en timbre que escucharás, serán vitales, ya que ocurren antes de alcanzar la circuitería. ¿Otra prueba? Dejémoslo en una pregunta: ¿por qué dos Les Paul, o dos SG, del mismo modelo, no acaban de sonar exactamente igual aunque el diseño sea el mismo?

 

El misterio, que tampoco es tanto, está pues en la madera. Diferentes tipos de madera, diferentes diseños de construcción (acústico o sólido, de una sola pieza o con láminas, de tapa curva o plana..) y diferentes maderas incluso de un mismo tipo, determinan esa primera resonancia fruto de cómo la madera absorbe y devuelve la vibración de las cuerdas. Así, a la densidad propia de cada tipo y pieza, se une el diseño con que se construye para crear el timbre básico del instrumento.

Nombres y adjetivos
Algo que hay que tener claro, por tanto, a la hora de seleccionar un instrumento, o de combinar o jugar con los elementos disponibles para lograr nuestro tono, es qué características aportará la madera con que queremos conseguirlo. Las más usadas en la construcción de guitarras son: arce (maple), caoba (mahogany), aliso (alder), y fresno (ash). También común es el tilo americano (basswood), y el ébano, el palorrosa o el palisandro para ciertas partes (diapasones), aunque la diversidad es amplia.

En cuanto a características se refiere, podemos decir que en líneas generales que la caoba ofrece una importante densidad, con tendencia a comprimir las frecuencias medias, con un tono gordo y cálido, y graves potentes. El arce también tiene una buena respuesta de graves, potencia en los medios altos, y, según el tipo (blando o duro) más o menos claridad en los agudos. El fresno suele ofrecer graves sólidos y un registro medio pronunciado y agudos brillantes, con mucha resonancia en todo el espectro sonoro. Y el aliso, una madera muy ligera en cuanto a pese se refiere, se caracteriza por sus agudos notables, graves firmes y un buen registro medio.

Esto son solo unas líneas generales, que en muchos casos habría que matizar según la construcción: la combinación de diferentes maderas es muy común. Por ejemplo, un cuerpo de caoba con tapa de arce, un clásico incombustible, con el diferente comportamiento de ambas maderas con las frecuencias medias, logra un tono carnoso, con sustancia, con medios potentes y una respuesta equilibrada entre graves y agudos, resultando en un tono muy musical, definido y suave a la vez que poderoso.

Podríamos seguir escribiendo muchas páginas sobre combinaciones de maderas (arce sobre fresno, sobre tilo, etc.), pero basta por el momento con retener esta idea: cada madera, o cada combinación de maderas, tiene unas características propias de densidad que determinarán indefectiblemente el sonido que las pastillas transformarán en señal eléctrica, y que acabará siendo nuestro tono. Conocerlas es saber qué podemos esperar de ellas (al comprar una guitarra, al buscar un sonido con la nuestra) y por dónde empezar a jugar con los diferentes elementos para conseguir ése que acechamos.

¡Y eso que ni siquiera hemos llegado a hablar de los mástiles! Te esperamos en la siguiente entrega...

Guía de mantenimiento de tu equipo en la carretera

07.08.2013
 

¿Sabes cuál es el secreto para que se te vea, y oiga, profesional cuando te subes a un escenario? Bueno, lo cierto es que no hay solo uno, pero éste, en concreto, es importante: un poco de mantenimiento básico. No nos referimos a atusarte bien el pelo, ni engrasar esos músculos cubiertos de tatuajes. Nos referimos al mantenimiento básico de tu equipo. Puedes ser el nuevo Hendrix, o saberte de pé a pá todos tus riffs y solos. Pero si te subes a un escenario y tu guitarra se te cae a pedazos antes del segundo tema, o tu amplificador gorgotea asfixiado por válvulas con más rodaje que, como decía aquel gran comentarista británico, la moto de un hippy, todo será en vano.
 
Vale, si eres el nuevo Hendrix, es probable que unos inconvenientes de este tipo no acaben por empañar tu arte a las seis cuerdas. Pero como, en general, ninguno lo somos, más nos vale tener nuestro equipo listo y en buena forma cuando nos dirigimos a nuestro club local habitual para tocar. Y más aún si pretendemos embarcarnos en una gira veraniega. Aquí os dejamos algunas pautas para tenerlo a punto en la carretera, o cuando el luthier está de vacaciones...

 
Potes y electrónica
Muchos de los problemas que uno se encuentra cuando se le da mucha guerra a una guitarra tienen que ver con la electrónica. Todos los hemos sufrido: ruiditos al mover el cable en el jack, al girar un potenciómetro... Todo esto se puede solucionar con un poco de mantenimiento básico. Usa un limpiador de contactos en los diferentes puntos de la guitarra (jack, pote, switch) cada cierto tiempo, y más a menudo cuanto más expuesto esté el instrumento a suciedad. Asegúrate de que el jack está firmemente anclado en su sitio, ya que a veces la rosca puede soltarse un poco, y provocar un fallo de contacto. Y ten en cuenta que los potes, con el tiempo, necesitan ser reemplazados. Todo esto se aplica también a tus pedales...
 
Afinadores
Son el elemento que, básicamente, mantiene nuestra guitarra afinada y... ¿cuántos de nosotros les hacemos algo de caso alguna vez? No está demás repasar de cuando en cuando que estén bien sujetos en su sitio, comprobando que los tornillos no se han aflojado. Algo que puede ocurrir con relativa facilidad ante los rigores de la carretera. Y si todos llevamos un afinador encima para estar afinados, ¿por qué no cuidar también el origen del problema?
 
La cejuela
Lo mismo ocurre con la cejuela. Salvando problemas serios aparte - como que te cargues uno de los carriles de la misma en un momento de pasión guitarrística, y la cuerda ya no quiera quedarse más en su sitio, provocando que te maldigas por no haber llevado una guitarra de reserva (experiencia propia) -, la cejuela tiene también mucho que decir en cuestiones de afinación. Toda esa suciedad que se acumula ahí, es un no-no-no para la buena forma de tu instrumento. Así que dedica algo de tiempo en limpiarla bien y, ya de paso, en usar algún tipo de lubricante para que la fricción de las cuerdas se minimice, y tu afinación sea la mejor posible. Créenos, lo agradecerás.
 
El puente y un poco de limpieza
Hablando de limpieza, todos estamos de acuerdo en que un instrumento con heridas de guerra visibles es muy cool. Cuando el rigor de la carretera afecta a una guitarra, muchas veces el resultado es una presencia y un aroma a veteranía muy atractivos. Pero hay cosas que no deberías dejar envejecer. Por ejemplo, el puente puede provocar zumbidos nada deseables por poco óxido que presente (y tal vez no te des cuenta de que está ahí hasta un concierto o una sesión de grabación realmente importantes). Algo parecido puede ocurrir con toda esa suciedad que se acumula en los trastes. Usa productos adecuados (aceite de limón para el diapasón, un poco de alcohol para el puente) y dale una buena limpieza. Las marcas de batalla en el acabado de tu guitarra pueden ser molonas, pero el óxido en los herrajes, no tanto.
 
Vigila esos altavoces
Revisa periódicamente los altavoces de tu ampli, para asegurarte de que no tienen ningún desperfecto que pueda afectar al sonido que emiten. Y si detectas sonidos extraños, especialmente cuando tocas notas graves, es probable que el cono se haya rajado. En estos casos, y con el diseño actual de la mayoría de amplis, no es nada difícil, simplemente, cambiar el altavoz entero. Con un poco de maña, puedes hacerlo antes de tener que subirte al escenario (si tienes uno a mano, o una tienda cerca, claro).
 
Soldaduras 101
Hablábamos antes de contactos en la guitarra, y también en los pedales de efecto. Lo cierto, es que casi cualquier problema electrónico que tengas con ello tiene muchas papeletas de ser fácilmente solucionable si tienes algo de maña con un soldador. LEDs gastados, switches que han dejado de funcionar... suelen ser problemas sencillos que se arreglan con dos puntos de soldadura y el recambio adecuado. Lo mismo ocurre con guitarras y bajos que han dejado de sonar: si todo lo demás está bien, echa un vistazo a las tripas, y tal vez haya un cable suelto que se arregla en dos minutos con ese soldador que deberías llevar en tu equipaje de gira.
 
Revisa tus cables
Tanto tu cable de la guitarra, como los patches de tu pedalera deberían estar siempre en las mejores condiciones posibles. Es aquí donde se encuentra el origen de muchos de esas clásicas situaciones: “¿por qué no sueno?”. Especialmente si usas cables demasiado baratos. Comprueba que los apantallados y las soldaduras están bien, y ten cuidado con los cables para pedales solderless, porque suelen tener la mala costumbre de fallar en el peor momento (no decimos que no los uses, pero sí que los revises). Y no seas tacaño: invierte en buenos cables y, de vez en cuando (cada varios años si son realmente buenos) renuévalos. Ganarás en sonido y fiabilidad.
 
Respeta a tu ampli
Si tu amplificador es de válvulas, por favor, no lo maltrates. Muy especialmente si vas de gira. Ten en cuenta rutinas básicas como encenderlo un rato antes de tocar, y dejar que se caliente con el stand-by activado. Y apágalo de la misma forma: déjalo en stand-by unos minutos antes de apagarlo y desenchufarlo. Y, por dios, no lo muevas en caliente. Y si tienes que hacerlo, sé extremadamente cuidadoso: el calor que generan no se lleva bien con movimientos bruscos. Ya puestos, si vas a tener que hacer muchos kilómetros de carretera con el ampli en el coche o furgoneta, hazte de un buen flight case. Respeta a tu ampli, y él te respetará a ti.

Cinco trucos de estudio para conseguir "guitarras grandes"

01.08.2013
 
Hemos visto en varias ocasiones algunos trucos y consejos para lidiar con nuestras guitarras cuando llega el momento de la grabación: qué micros usar, dónde grabar, cómo hacerlo, algunas técnicas microfónicas. Sin embargo, hay una pregunta recurrente, cuando de seis cuerdas y producción se refiere, para la que todo el mundo busca una respuesta cual pez lanzando bocanadas fuera del agua: ¿cómo consigo que mis guitarras suenen grandes?  Para los que no tienen los recursos de grandes estudios, ni la experiencia de los grandes técnicos e ingenieros, conseguir que las guitarras grabadas suenen más grandes que la vida misma, como en todos esos discos que cada día pinchamos en nuestras casas, puede parecer una cosa casi inaprensible, como magia vedada solo para unos pocos, y por la que muchos estarían dispuestos a vender su alma... ¡y hasta su Les Paul!

 
Por suerte, no hay que ir tan lejos (¡la Les Paul no, hombre!). Aunque ha de ir por delante que conseguir esas guitarras grandes es toda una combinación de experiencia y muchas horas de trabajo a las espaldas grabando y mezclando, aquí os vamos a dejar unos cuantos truquitos de estudio para que podáis acercaros más a ese sonido “bigger than life” que necesitan vuestras pistas de guitarra.
 
 Doblar guitarras en la grabación
Esto es un clásico indiscutible y algo que tú, y tu guitarrista, si no eres tú mismo, deberías dominar cuanto antes. La idea es que, si quieres guitarras grandes, grabes guitarras grandes. Y una buena forma pasa por captar varias tomas de las mismas partes, tocadas con la mayor precisión posible. No hace falta comenzar a sudar: por mucho que lo intentéis, las interpretaciones no serán 100% exactas, porque no somos máquinas. Pero esto es precisamente lo que querremos conseguir: las pequeñas diferencias entre una y otra, cuando coloquemos cada una de las dos tomas abiertas en el espectro estéreo (100% Left, una, y 100% Right, otra, por ejemplo, o al gusto), crearán ese efecto de estar escuchando una guitarra descomunal. Cuanto más clavadas sean cada una de las partes de guitarra dobladas, el efecto estará mejor conseguido, ya que la idea es que no se distinga realmente que hay dos guitarras sonando, sino solo una, gigantesca.
 
Si, además, juegas con diferentes tipos de guitarra, amplificador, ecualizaciones o grados de distorsión en cada toma, el efecto psico-acústico será mucho más rico.
 
Usar micros de ambiente... ¡y aplastarlos!
¡No! ¡Espera! No nos estamos refiriendo a nada físico. Bueno, físico sí, pero no corporal. Vamos, que no coloques micros de ambiente para grabar tus guitarras y te dediques a lanzarles cosas pesadas encima. ¿No te das cuenta de que esto no tiene sentido? ¡Era solo un (mal) chiste de juntaletras!
 
A lo que nos referimos es a comprimirlos mucho (lo que en estudio se llama comúnmente “aplastar”). La idea es que, a la hora de grabar, uses el sonido directo y cercano habitual (el clásico 57 a pocos centímetros del cono, para empezar), pero también captes el sonido ambiente de la sala - especialmente si ésta suena bien - con micros, normalmente, de condensador. Puedes así lograr un sonido de guitarra más rico, aunque al grabar mucha sala, tenderá a irse un poco hacia atrás en la mezcla. Aquí es donde entra la compresión: comprime generosamente la pista de ambiente, y lograrás un sonido mucho más grande.
 
Y si quieres refinar la técnica todavía más, usa el sidechain del compresor que has empleado sobre la pista del micro de ambiente para enlazarlo con la pista de voz. De esta forma, cada vez que entre el vocalista, el ambiente bajará, dejándole espacio, y volverá a subir, y crecer, cuando no haya voces.
 
Doblar guitarras durante la mezcla
Si no pensaste en asegurarte un par de buenas tomas de guitarra para emplear la técnica de doblarlas y abrirlas en estéreo, cuando llegue el momento de la mezcla aún puedes emular este efecto. ¿Cómo? Con delay. Es un truco que viene usándose desde hace décadas, y que pasa por ubicar tu pista de guitarra grabada en un lado del estéreo, hacer un envío de esta pista a un delay, y panear el retorno del delay en el lado opuesto. El tiempo de retraso del delay no hace falta que sea muy grande, y podrás jugar con el que más te emocione. Un buen punto de partida es quedarse por debajo de los 100 ms y, a ser posible, calcular el tiempo de delay para que vaya con el tempo de la canción. Conseguirás un más que aceptable sonido “más grande que la vida”, y tiempos tan bajos como 12 ms, por ejemplo, crearán un efecto de dos personas tocando al unísono... ¡o casi!
 
Experimentar con delays
No es ésta la única forma en que un buen delay puede ayudarte a que tus guitarras suenen enormes. Por ejemplo, puedes emplear un delay estéreo, de forma que en cada lado el tiempo de retraso sea diferente. Pongamos, 25 ms en L y 50 ms en R. Esto da unos resultados espectaculares, por ejemplo, para esos solos que paneas al centro, creando en el oído del oyente un único y gran sonido de guitarra.
 
Pero no solo en estéreo puedes lograr ese efecto de grandeza. Precisamente con un delay puedes conseguirlo también en mono. Sigue este consejo: panea tu guitarra al centro, envíala a un delay mono (empieza con unos 25 ms) y panea su retorno también al centro. Con las dos pistas en el mismo espacio sonoro, ve subiendo progresivamente el fader del delay hasta que la guitarra de repente crezca cual Bruce Banner cabreado. Ajusta al gusto y, voilá, tienes un gran gigante verde de seis cuerdas sin tener que abrir pistas en estéreo.
 
Experimentar con reverbs
Creando un espacio en torno a tu guitarra grabada también puedes hacerlas aparecer más grandes. Es decir, usando una reverb. El objetivo aquí no es ahogar la pista en reverberación, enviándola al fondo, sino emplearla cuidadosamente para otorgarle más lugar en la mezcla y una mayor dimensión. Por ejemplo, un truco productor e ingeniero Bobby Owinski (que encontrarás en su libro The Mixing Engineer's Handbook) pasa por usar una reverb en mono, bajar su decay (el tiempo de reverb) hasta el mínimo posible, y panear cada pista (guitarra y su reverb) en posiciones opuestas. Aumentando progresivamente el tiempo de decay encontrarás esa grandeza que buscas.
 
Otra opción que ofrece el propio Owinski, más en la línea del sonido Van Halen, es emplear una reverb plate o chamber con nada menos que 2 segundos de decay y unos 120 ms de predelay (calculado al tempo de la canción), y panear ésta ligeramente opuesta a la guitarra.
 
Emplea estos consejos como punto de partida e inspiración, y encuentra tus propias fórmulas. ¡Y no dejes de compartirlas con nosotros!

Toni Iommi dice que Black Sabbath podría grabar un nuevo disco

 

14.08.2013
 

Los integrantes de Black Sabbath se encuentran muy ocupados con la exitosa gira mundial que apoya a su nuevo disco ‘13’, el primero en el que participa Ozzy desde 1978.
 
Y ahora el guitarrista Toni Iommi dice que está abierto a la posibilidad de grabar un nuevo disco, todo dependiendo de su batalla contra el cáncer.
 
En una entrevista con CT.com Iommi dijo: “Es una pregunta que ha rondado ya varias veces. No tengo una respuesta, especialmente porque todo depende de mis tratamientos y estado de salud. No me puedo comprometer a dos años de intenso trabajo o algo similar. Por ahora mi prioridad es poder tocar bien. Creo que es mucho mejor lo que estamos hacienda que lo que hacíamos 40 años atrás”.
 
Sobre el nuevo disco  afirmó: “creo que las nuevas canciones se complementan muy bien con las cosas viejas y es muy bueno tener más cosas en el repertorio, porque no sucedía hace mucho tiempo. No hemos aun tocado el disco nuevo de forma completa, estamos incluyendo cuatro canciones en promedio por show, pero no me disgusta la idea de tocarlo todo”.
 
Y finalmente sobre un nuevo álbum de Black Sabbath: “Si las cosas marchan bien por el resto del año, creo que podríamos ver si grabamos un nuevo disco. Sería algo muy interesante”, puntualizó.

Cómo exprimir tu Les Paul al máximo

 

 

17.07.2013
 

Todos estamos enamorados de nuestra Les Paul (y de nuestra SG, nuestra Flying V, Explorer... o cualquiera de todas esas guitarras Gibson que tenemos siempre al alcance de la mano... ¡cómo no!). Pero, ¿sabemos cómo sacarle el máximo partido? Está claro que la Les Paul es un maquinón de rock. No es solo que nos lo hayan contado, y que lo hayamos escuchado en cientos de discos. Es que hemos podido comprobarlo en primera persona, ¿verdad? Pero... ¿cómo tocas tu Les Paul?
 
El buque insignia de esta casa es una herramienta ultra-versátil, aunque en general se le asocie con unos sonidos determinados. A fin de cuentas, cuenta con un infinitas posibilidades a poco que uno aprenda a usar sus controles: dos de tono y dos de volumen, uno de cada por pastilla. Y aquí es a donde vamos con este artículo: puede parecer poco, pero las posibilidades sonoras que ofrecen esos cuatro potes son enormes. Así que volvemos a preguntar: ¿cómo tocas tu Les Paul?
 
No son, somos, o hemos sido pocos los que colocamos el selector en la pastilla del puente, subimos el volumen, logramos ese tono celestial con ayuda de un buen ampli de válvulas, y nos lanzamos al vacío sin preocupaciones, sabiendo que todo está bien. Y, es cierto, lo está. Pero con cualquier guitarra con la misma configuración que una Les Paul (una SG, sin ir más lejos), con esas opciones de control, tal vez estemos derrochando posibilidades. Solo hay que ver a grandes guitarristas, los que identificamos precisamente con este instrumento, como Jimmy Page, un maestro en exprimir el paisaje sonoro de una Les Paul, para darnos cuenta. Y aquí es donde vamos a afinar, precisamente en el cómo tocar tu Les Paul. Sin interrogantes.
 
La pastilla del mástil, esa gran olvidada
No solo es muy común ver a guitarristas más jóvenes (y no tanto) que colocan sus potes al 10, y rockean sin mirar atrás (¡o abajo!). Es también habitual que la pastilla del mástil reciba poca atención. Y aquí es donde nuestro consejo de hoy puede cambiarte la perspectiva sobre tu Les Paul completamente.
 
En el momento de enchufarte y configurar tu sonido a través de los controles de EQ de tu ampli, buscando ese sonido base, no lo hagas a partir de la pastilla del puente sino, al contrario, ¡hazlo con la del mástil! Es más, ten en cuenta que, con un buen ampli de válvulas, tus potes de volumen no solo controlarán cuán alto suenas, sino también cuánta saturación consigues. De esta forma, la idea que proponemos no pasa por lograr tu sonido crunch con la pastilla del puente en plan “set and forget”, y ya usarás un pedal para apretar o levantar más el sonido si es necesario al llegar un solo. Lo que buscamos aquí es un poco más refinado, de forma que tengas más opciones simplemente desde tu guitarra, sin otros complementos.
 
Por tanto, parte de la pastilla del mástil, con el volumen de la guitarra al 10, y busca lo que sería tu sonido solista. Una vez encontrado, pasa a la pastilla del puente. Seguramente sonará todo un poco chirriante, así que baja el control de tono de tu Les Paul para controlar los agudos, y lograr lo que sería tu otro tono solista, con esa pastilla. Y ahora es cuando ocurre la magia...
 
Con los controles de volumen podrás ahora reducir la ganancia de estos dos sonidos, para lograr lo que sería tu tono rítmico, con una u otra pastilla. De hecho, lograrás toda una paleta de sonidos simplemente controlando la cantidad de volumen, desde tonos limpios o casi limpios, a ligeras overdrives, sonidos crunch en toda regla, saturaciones gordas pero controladas o distorsión desbocada según hasta dónde hayas llegado con el primer paso (párrafo anterior).
 
Yendo un poco más allá, y si el pasar de un sonido a otro rápidamente girando el pote de turno se te hace complicado (puede serlo hasta que automatices completamente el movimiento necesario), este juego puede enriquecerse aún más, o simplificarse, según se mire, cambiando de pastilla: busca un buen tono rítmico bajado el volumen de tu pastilla de mástil, y salta a un sonido lead simplemente cambiando a la pastilla del puente. O al revés. ¡O pasa de limpio a saturado simplemente usando el selector de pastillas, sin necesidad de tener un ampli multicanal!
 
Posiciones intermedias
Para hacerlo todo más divertido, tenemos por supuesto las posiciones intermedias, en las que entran en juego a la vez las dos pastillas. Aquí, las posibilidades se multiplican según ajustes los controles de tono y volumen de cada una de ellas. Por ejemplo, parte de tu sonido rítmico en la pastilla del puente (que suele ser en torno al 6-7 del control de volumen, según hayas configurado el 10), y elige la posición media de pastillas con el volumen de la de mástil a cero. Comienza a subir el volumen de ésta e irás comprobando cómo aparecen diferentes sonidos.
 
Uno muy práctico es aquél en el que comienza a intuirse la pastilla del mástil, pero predomina sin duda la de puente. Básicamente, imagina un “puente al 8 – mástil al 4”: aquí, el sonido será básicamente el de la pastilla de puente, pero engordado por la del mástil, de forma que sonará más amplio, más... lleno. Si sigues subiendo el volumen, alcanzarás, por supuesto, esos tonos casi nasales que son característicos de la posición intermedia, que, además, estarán mucho más definidos si nos hiciste caso al principio y ecualizaste tu ampli a partir de la pastilla del mástil, y no la del puente.
 
La cantidad de opciones es, pues, enorme. Especialmente si partimos de una base que nos permita aprovecharlas todas (mástil, mástil, mástil...). Si te fijas en vídeos de guitarristas como Page, Clapton, o Gary Moore, comprobarás cómo controlan constantemente su sonido ajustando los controles y el selector de pastillas de la guitarra. Todos los sonidos (bueno, casi) están ya ahí. Sin necesidad de más ayuda que lo que tu Les Paul incluye ya de serie. ¿No es maravilloso?

Pedazo de programa de radio en la red

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